miércoles, 6 de octubre de 2010

Infecciones intrahospitalarias por bacterias gram-negativas

Infecciones intrahospitalarias por bacterias gram-negativas

Artículo de revisión con conceptos actuales sobre las infecciones intrahospitalarias por bacterias gram-negativas.

Dres. Anton Y. Peleg, C. Hooper
N Engl J Med 2010;362:1804-13.

Las infecciones adquiridas en el hospital o infecciones intrahospitalarias (IIH) son un gran problema para la seguridad de los pacientes. Se calcula que en 2.002 hubo un total de 1,7 millones de IIH (4,5/admisiones) y casi 99.000 muertes relacionadas, haciendo de estas infecciones la sexta causa de muerte en Estados Unidos y Europa. Aproximadamente un tercio o más de las IIH pueden ser prevenidas. Las infecciones causadas por bacterias gram-negativas provocan cuadros de singular problemática. Estos organismos tienen una elevada capacidad de adaptación o adquisición de genes que codifican los mecanismos de resistencia a los antibióticos, en especial ante la presión selectiva de los antibióticos. Por otra parte, tienen muchísimos mecanismos de resistencia, ya sea contra el mismo antibiótico o afectando a múltiples. Para agravar el problema de la resistencia a los fármacos antimicrobianos, existe la amenaza inmediata de una reducción en el descubrimiento y el desarrollo de antibióticos nuevos.

Los factores que han contribuido con esta declinación son varios; entre ellos, la dificultad para hallar nuevos compuestos, el elevado costo y el largo tiempo requerido para el desarrollo de los fármacos, la creciente complejidad del diseño y desarrollo de trabajos clínicos definitorios y la reducida longevidad de los fármacos debido a la emergencia de la resistencia. Como consecuencia, se ha creado una tormenta perfecta alrededor de estas infecciones: el aumento de la resistencia a los antibióticos en ausencia del desarrollo de fármacos nuevos.

Tipos de infección

Las diferentes IIH se asocian más comúnmente con los aparatos médicos invasivos o los procedimientos quirúrgicos. Las más letales son las infecciones del tracto respiratorio inferior y hepáticas mientras que las más comunes son las infecciones del tracto urinario. Los datos aportados recientemente por la U.S. National Healthcare Safety Network indican que las bacterias gram-negativas son responsables de más del 30% de las IIH y que estas bacterias predominan en los casos de neumonía asociada a la ventilación mecánica (NAVM) (47%) y las infecciones del tracto urinario (ITU) (45%). En las unidades de terapia intensiva (UTI) de Estados Unidos, las bacterias gram-negativas son las responsables del 70% de las infecciones. Estos datos son similares a los informados en otras partes del mundo. Existe una amplia gama de organismos gram-negativos responsables de las IIH, siendo las más comunes las de la familia Enterobacteriaceae.

Lamentablemente, en todo el mundo son cada vez más frecuentes los informes de infecciones por organismos resistentes a múltiples fármacos, como Pseudomonas aeruginosa, Acinetobacter Baumannii y Enterobacteriaceae productoras de ß lactamasa de espectro extendido (EBLEE) o productoras de carbapenemasa.

Neumonía

La neumonía intrahospitalaria (NIH) es la IIH que más comúnmente pone en peligro la vida y, en la mayoría de los casos, se asocia con la ventilación mecánica. La NAVM ocurre en aproximadamente el 10-20% de los pacientes ventilados mecánicamente por más de 48 horas y se asocia con un aumento significativo de los días de internación hospitalaria, mortalidad y costos. Los organismos gram-negativos predominantes en la NIH son particularmente P. aeruginosa, A. baumannii y Enterobacteriaceae.

Entre 1.986 y 2.003, la especie Acinetobacter fue el único organismo gram-negativo que aumentó significativamente como causa de neumonía en las UTI de Estados Unidos. Lamentablemente, la resistencia de este organismo a los antibióticos, en particular a los carbapenems, ha generado un importante problema terapéutico. En una encuesta reciente, el 26,4% de 679 aislados de P. aeruginosa y 36,8% de 427 aislados de A. baumannii que causaron NAVM eran resistentes a los carbapenems (imipenem o meropenem). Datos similares fueron hallados en otras partes del muerdo, en países como Grecia, con tasas de resistencia a carbapenems de los aislados en las UTI superiores al 85%.

Un grave problema muestran los informes de infecciones causadas por organismos resistentes a todos los antibióticos disponibles en la actualidad, incluyendo a las polimixinas. Una entidad clínica más reciente que los médicos necesitan tener en cuenta es la neumonía asociada a la atención médica, es decir, los casos de neumonía adquirida en la comunidad por pacientes que en forma directa o indirecta tienen contacto con un servicio de atención médica o están en una sala de larga estancia y que luego son hospitalizados. Estos pacientes tienen mayor probabilidad de tener una enfermedad coexistente y recibir antibioticoterapia empírica inactiva; también están en mayor riesgo de muerte que los pacientes con neumonía adquirida en la comunidad.

Como consecuencia, los pacientes con factores de riesgo definidos que consultan en la sala de emergencias por un cuadro de neumonía deben ser tratados con antibióticos de amplio espectro—en particular aquellos con actividad contra P. aeruginosa, otros bacilos gram-negativos resistentes a múltiples fármacos y Staphylococcus aureus resistente.


Factores de reisgo de infecciones nosocomiales e infecciones con resistencia a los fármacos*
Factores de riesgo para las infecciones nosocomiales

• Hospitalización previa durante ≥ 2 días en los 90 días anteriores.
• Residencia en un hogar de ancianos o centro de cuidados de larga estancia.
• Inicio de terapia de infusión, incluidos los agentes antimicrobianos,
• Diálisis a largo plazo dentro de los 30 días.
• Cuidado de heridas en domicilio
• Miembro de la familia infectado con el patógeno multirresistente.

Factores de riesgo de infección con bacterias resistentes a los medicamentos

• Tratamiento antimicrobiano en 90 días anteriores.
• Hospitalización actual durante ≥ 5 días.
• Alta frecuencia de resistencia a los antibióticos en la comunidad o en una unidad hospitalaria específica.
• Inmunosupresión.

*Factores de riesgo de las guías de Infectious Diseases Society of America y de la American Thoracic Society.
Con la finalidad de minimizar el uso excesivo de los antibióticos de amplio espectro, son necesarias más investigaciones que permitan determinar el valor predictivo verdadero de cada factor de riesgo de resistencia bacteriana. Los factores de riesgo considerados más importantes son: la hospitalización, la exposición a antibióticos recientes y la residencia en instituciones de larga estancia.

Aparte de estar asociada a una mayor morbilidad y mortalidad, la sospecha de NIH en las UTI motiva el uso inapropiado de antibióticos, lo que contribuye a la resistencia bacteriana y al aumento de los efectos tóxicos y costos de la atención de la salud. Para optimizar el uso apropiado de los antibióticos, los médicos deben tener la precaución de manejar las recomendaciones vigentes para la NIH.


Criterios diagnósticos y normas para el manejo de la neumonía asociada a la ventilación mecánica
Criterios diagnósticos

• Presencia de un infiltrado nuevo o progresivo en la radiografía de tórax y dos de las tres siguientes características clínicas:
• Temperatura> 38 ° C.
• Leucocitosis o leucopenia.
• Secreciones respiratorias purulentas.

• Cultivos respiratorios positivos.
• Cultivos cuantitativos con una densidad bacteriana de al menos 106 UFC/ml. para un aspirado endotraqueal.
104 UFC/ml. para una muestra de lavado broncoalveolar
103 UFC/ml. para una muestra con cepillo protegido
• Para los cultivos semicuantitativos, por lo menos el crecimiento moderado de las bacterias

Pasos clave del manejo

• Hacer el diagnóstico adecuado.
• Utilizar los datos de sensibilidad antimicrobiana local y la duración de la estancia hospitalaria antes de que se desarrollara la neumonía, para determinar la cobertura antibiótica empírica más eficaz.
• Reevaluar al paciente y los resultados de los cultivos, a las 48 a 72 horas, para adaptar la antibióticoterapia a la sensibilidad de las bacterias en el cultivo.
• Iniciar un curso corto de tratamiento (8 días) para la mayoría de los organismos a excepción de los gram-negativos no fermentadores (por ejemplo, P. aeruginosa), por lo que se recomienda un curso de 15 días Implementar un programa de prevención para la neumonía asociada al ventilador

CFU: unidades formdoreas de colonias
El diagnóstico de la NAVM continúa siendo un problema. Para determinar el tratamiento, además de los criterios clínicos, es muy importante la evaluación microbiológica. Ante la sospecha de NAVM y previo a la administración del antibiótico, se debe obtener una muestra del tracto respiratorio inferior mediante la aspiración endotraqueal, el lavado broncoalveolar o el cepillado protegido (dependiendo de los recursos disponibles), para su posterior estudio microscópico y en cultivo. Aunque cada método de obtención de las muestras posee sus limitaciones, lo más importante es obtener la muestra de una manera apropiada. Las revisiones recientes muestran que las técnicas alternativas parecen obtener resultados similares. Cuando los pacientes están gravemente enfermos se recomienda no postergar la iniciación del tratamiento antibiótico empírico, mientras se espera el diagnóstico.

Para ayudar al médico a determinar si el organismo hallado en el cultivo corresponde a una colonización o a una infección, se recomiendan los cultivos cuantitativos, ya sea midiendo las unidades formadoras de colonias (UFC)/mL. o, calificando el crecimiento bacteriano en leve, moderado y grave (método semicuantificado).

En el líquido del lavado broncoalveolar se considera que un valor de corte <104 UFC/mL. tiene mayor probabilidad de corresponder a una colonización. Sin embarro, esta información necesita ser interpretada sobre la base del estado clínico del paciente. El cultivo cuantitativo está sujeto a la posible variabilidad de las muestras y no hay evidencia de que estos cultivos, comparados con los cultivos cualitativos, se asocien con una reducción de la mortalidad, la duración de la internación en la UTI, la duración de la ventilación mecánica o la necesidad de ajustar la terapia antibiótica.

Sin embargo, los cultivos cuantitativos ayudan más a diferenciar la colonización de la infección y, por lo tanto, tienen menos posibilidad de generar una indicación antibiótica innecesaria. Para mejorar más esta diferenciación en pacientes con NAVM, se están estudiando marcadores en combinación con factores clínicos y microbiológicos. Estos biomarcadores incluyen la procalcitonina, la proteína C reactiva y la activación de los receptores solubles expresados por las células mieloides. Una vez establecido el diagnóstico de neumonía, es necesario adaptar el tratamiento antibiótico empírico a la ecología microbiológica de la institución y al tiempo que el paciente estuvo en el hospital antes de desarrollar la neumonía.

Con una permanencia hospitalaria ≥5 días, comparado con una estancia más corta, el paciente tiene mayor riesgo de infección con patógenos más resistentes, por lo que es necesario administrar antibióticos de amplio espectro. Cada vez hay más evidencia que indica que cuanto más temprana y apropiada es la antibioticoterapia mejores son los resultados. Sin embargo, esta estrategia requiere ir acompañada por un reaseguro diagnóstico y terapéutico, usualmente dentro de las 48-72 horas. Posteriormente, y de acuerdo con los resultados de los cultivos respiratorios, en la mayoría de los casos se pueden reducir los antibióticos a un régimen más dirigido y aún discontinuarlos si se identificara una alternativa diagnóstica. Cuando no se dispone de cultivos respiratorios, el tratamiento estará destinado a los organismos causales de mayor prevalencia dentro de la institución, con un control muy cuidadoso del fracaso clínico, definido como la falta de mejoría en la relación de la presión parcial de oxígeno y la fracción de oxígeno inspirado, con persistencia de la fiebre luego de 3 días de tratamiento.

Cuando es necesario hacer un tratamiento antibiótico definitivo a los pacientes con NAVM no complicados y que han recibido un tratamiento inicial apropiado con antibióticos, se puede hacer un curso relativamente corto (8 días). En los pacientes infectados con organismos gram-negativos no fermentativos, como P. aeruginosa, con un curso corto de tratamiento la tasa de recaída es mayor, y por lo tanto la prescripción debe ser más prolongada (15 días). Finalmente, las medidas preventivas para la NAVM requieren una atención especial. La institución que adhiere a tales medidas experimentan una reducción importante de la tasa de NAVM.


Guia basada en la evidencia para la prevención de la neumonía asociada al ventilador
• Seguir estrictamente los procedimientos de higiene de las manos.
• Enseñar al personal de salud que atiende a los pacientes en ventilador acerca de la epidemiología local de la NAVM, los factores de riesgo, y los resultados.Implementar políticas y prácticas para la desinfección, esterilización y mantenimiento de los equipos respiratorios, de acuerdo a la evidencia asada en los estándares.
• Proveer cuidado bucal antiséptico regular en función de las recomendaciones para el producto.
• Asegúrese de que el paciente está semisentado, a menos que esté contraindicado.
• Utilice ventilación no invasiva para pacientes adecuadamente seleccionados con insuficiencia respiratoria.
• Vigilancia activa de la NAVM e instituir medidas de prevención.
• En los hospitales con un control subóptimo de las infecciones a pesar del uso de las normas preventivas básicas, se recomienda un tubo endotraqueal con aspiración por el tubo y subglótica para todos los pacientes elegibles.




Guia basada en la evidencia para la prevención de las infecciones hemáticas asociadas al catéter venoso central
• Antes de insertar el catéter, educar al personal de salud sobre la prevención de la infección.
• Utilizar un listado de recomendaciones para la inserción del catéter, para garantizar el cumplimiento de las medidas preventivas.
• Adecuada higiene de las manos antes de la inserción o manipulación del catéter.
• Evitar el uso de la vena femoral en los adultos.
• Utilizar un kit de catéter con todo incluido y conservar al máximo la barrera estéril durante el procedimiento.
• En los pacientes >2 meses de edad, usar un antiséptico con clorhexidina para preparar la piel.
• Después de la inserción, desinfectar bien el catéter, los conectores sin aguja, los puertos de inyección; antes de insertar el catéter, quitar los catéteres innecesarios.
• Para los catéteres no tunelizados en los adultos, cambiar a apósitos. transparentes y desinfectar el sitio con un antiséptico con clorhexidina, cada 5-7 días (gasas y apósitos, c/2 días), o con mayor frecuencia si el apósito está sucio, suelto o húmedo
• Reemplazar los equipos de administración no usados para productos de la sangre o lípidos, a intervalos no mayores a 96 horas.
• Ungüentos antimicrobianos en los sitios de inserción de los catéteres de hemodiálisis. Vigilar la aparición de infección del torrente sanguíneo.
• En los hospitales con un control subóptimo de la infección a pesar de la aplicación de las reglas prácticas básicas, los pacientes en UTI >2 meses de edad se bañarán diariamente con una preparación con clorhexidina; se utilizan catéteres impregnados con antiséptico (o antibióticos para los pacientes adultos) y se usan apósitos con una esponja impregnada con clorhexidina y antimicrobianos para “sellar” los catéteres venosos centrales.

Guia basada en la evidencia para la prevención de las infecciones del tracto urinario asociadas a catéteres
• Implementar protocolos de atención por escrito, con normas para la inserción del catéter.
• Insertar el catéter urinario solo cuando sea necesario y dejarlo tanto tiempo como esté indicado.
• Considere otros métodos de manejo, como la sonda condón o el cataterismo transitorio o intermitente.
• Mantener una sistema de drenaje continuamente cerrado, estéril.
• No desconectar el catéter y el tubo de drenaje a menos que deba ser irrigado.
• Mantener el flujo de la orina sin obstáculos.
• Vaciar regularmente la bolsa de recolección de la orina utilizando una bolsa de recolección para cada paciente, y tener cuidado de no dejar que el grifo de drenaje toque el contenedor.no es necesario limpiar la zona del meato con soluciones antisépticas, siendo suficiente la higiene de rutina.
• No utilizar habitualmente catéteres recubiertos de plata u otros catéteres antibacterianos.
• En los pacientes con sonda no es necesario hacer estudios de detección de la bacteriuria asintomática.
• Evitar la irrigación de la sonda siempre que sea posible.
• No utilizar agentes antibacterianos sistémicos profilácticos rutinariamente.
Infecciones de la sangre

La infección de la sangre es muy riesgosa para la vida y es la que más comúnmente se asocia con la presencia de un catéter vascular central, pero también puede estar asociada a infecciones por gram-negativos en otras zonas del cuerpo como los pulmones, el tracto genitourinario o el abdomen. En Estados Unidos, aproximadamente el 30% de las infecciones sanguíneas hospitalarias en las UTI se debe a organismos gram-negativos, aunque esta proporción es menor cuando se analizan los datos de todo el hospital.

Si la puerta de entrada es adecuada, la mayoría de los organismos gram-negativos pueden causar infección de la sangre, siendo los organismos más comunes la especie Klebsiella, Escherichia coli, la especie Enterobacter y P. aeruginosa. En este tipo de infecciones, la resistencia también es un problema emergente, en particular la resistencia a las cefalosporinas de espectro extendido y los carbapenems. Por ejemplo, de los aislados sanguíneos de Klebsiella pneumoniae de los hospitales de Estados Unidos, el 27,1% (de 483 aislados analizados) era resistente a las cefalosporinas de tercera generación y el 10,8% (de 452 aislados analizados) a los carbapenems. Las tasas de resistencia informadas por centros europeos fueron más elevadas.

El problema más reciente, de acuerdo con los estándares basados en la evidencia, es la infección por EBLEE. La ß lactamasa responsable de este fenotipo, también conocida como K. pneumoniae carbapenemasa, o KPC, confiere menor sensibilidad a todas las cefalosporinas (incluyendo la cefeprima), monobactams (aztreonam) y carbapenems. En la actualidad, en los hospitales de 20 estados de Estados Unidos se han identificado Enterobacteriaceae productoras de carbapenemasa como también en otras partes del mundo, incluyendo Sudamérica, Israel y China y menos comúnmente Europa. La relación genética de las cepas responsables de los brotes dentro de cada país y entre países pone de relieve la importancia de hacer un control estricto de las infecciones para prevenir la continuación de la propagación. Estas ß lactamasas están codificadas por elementos genéticos móviles, mayormente plásmidos y transposones, lo cual explicaría su diseminación entre los gram-negativos. Por otra parte, suelen coexistir con otros genes de resistencia, incluyendo al más difundido de los productores de ß lactamasa de espectro extendido (el gen blaCTX-M-15), determinante de la resistencia a los aminoglucósidos, y los genes de la resistencia a las quinolonas mediada por plásmidos (qnrA and qnrB), generando la necesidad de nuevas opciones terapéuticas. Como se ha descrito para los organismos gram negativos no fermentativos, también se ha hallado resistencia de las cepas de K. pnumoniae a todos los antibióticos disponibles en la actualidad, incluyendo las polimixinas, Igual que en la NIH, el retraso en la administración del antibiótico apropiado para las infecciones de la sangre se asocia con un exceso de mortalidad, aunque los datos reflejan predominantemente las infecciones por gram-positivos.

Los datos sobre el efecto clínico inicial del tratamiento de la infección sanguínea por gram-negativos son más heterogéneos. Para los pacientes internados en UTI, inmunosuprimidos, portadores de un catéter femoral, con infecciones por gram-negativos en otras zonas corporales (particularmente los pulmones, el tracto genitourinario o el abdomen) debe prescribirse el tratamiento antibiótico empírico. En general, los pacientes con sospecha de infección sanguínea intrahospitalaria tienen riesgos para la salud relacionados con factores relacionados con la atención médica y deben ser tratados desde el comienzo con antibióticos de amplio espectro, a la espera de los resultados de los hemocultivos.

También están surgiendo pruebas sobre la eficacia de otras intervenciones como los catéteres impregnados con antiséptico, antibiótico o ambos, o los apósitos impregnados con clorhexidina. Sin embargo, todavía no ha quedado establecido su relación costo beneficio.

Infecciones del tracto urinario (ITU)

Los organismos predominantes en las ITU son los gram-negativos, casi todos relacionados con la introducción de catéteres. Se calcula que luego del segundo día de cateterización, el riesgo de bacteriuria aumenta 5-10% por día. En su mayoría, los casos de bacteriuria son asintomáticos y es más efectivo para su control el retiro de la sonda que la administración de antibióticos. En casos raros de complicaciones locales o sistémicas, en pacientes que deben ser sometidos a cirugía urológica o un implante protésico, debe iniciarse el tratamiento antibiótico aunque la bacteriuria sea asintomática. Esta conducta también debe ser considerada en pacientes inmunocomprometidos. Las infecciones hemáticas han sido bien definidas pero son complicaciones poco frecuentes en las ITU.

Datos recientes indican que en Estados Unidos la bacteria gram-negativa predominante es E. coli, seguida en orden de frecuencia por P. aeruginosa, especie Klebsiella, especie Enterobacter y A. baumannii. Las cepas uropatógenas de E. coli ITU a través de varios mecanismos, incluyendo la participación de adhesinas especializadas, fimbrias y biofilm y, el rechazo de las respuestas del huésped. La emergencia de resistencia a las quinolonas y cefalosporinas de espectro extendido continúa siendo un gran problema, dado que son antibióticos utilizados como tratamiento de primera línea. Las EBLEE más comúnmente adquiridas en el hospital son las de tipo SHV y TEM, pero la epidemiología de estas bacterias es variable y ha aparecido otro tipo que se ha difundido por todo el mundo, el CTX-M-15, más conocido como secuencia tipo 131. Lamentablemente, los plásmidos transportadores de esos genes de EBLEE suelen transportar determinantes de la resistencia a las fluoroquinilonas.

Para reducir la morbilidad de las ITU y evitar la diseminación de los organismos gram-negativos resistentes es altamente recomendable el cumplimiento de las normas basadas en la evidencia. Hasta contar con más datos, los autores no recomiendan el uso de catéteres recubiertos de plata e impregnados en antibióticos.

Opciones terapéuticas

Los autores enfatizan la importancia de conocer la sensibilidad antimicrobiana local. Las polimixinas (colistina y polimixina B) son antibióticos más antiguos que recientemente se han vuelto a utilizar. Tienen especificidad por los lipopolisacáridos del exterior de la membrana celular de las bacterias gram-negativas. Los organismos resistentes a las polimixinas son Serratia, Proteus, Stenotrophomonas maltophilia, Burkholderia Cepacia y flavobacterium. Las polilmixinas se habían dejado de utilizar por sus efectos neurotóxicos y el advenimiento de antibióticos más seguros. Sin embargo, se han vuelto a utilizar como una alternativa para los organismos resistentes a los carbapenems, en particular P. aeruginosa, A. baumannii y Enterobacteriae productoras de carbapenemasa. Todavía no se ha establecido la dosis apropiada, ya que las polimixinas nunca estuvieron sujetas a un análisis riguroso del proceso de desarrollo farmacológico como se hace en la actualidad para el desarrollo de los nuevos antimicrobianos. Pero los estudios in vitro han mostrado que la actividad antimicrobiana de la colistina depende de la concentración pico en la sangre y que su eficacia podría potenciarse administrándola una sola vez por día. En un modelo animal se ha mostrado que con esta frecuencia de dosis se produciría la selección de mutantes resistentes a la colistina, el rebrote y el aumento de la toxicidad. Por lo tanto, se recomienda dividir la dosis en 2-4 tomas diarias.

Recientemente, se han aprobado agentes con actividad contra las bacterias gram-negativas, como la tigeciclina, un antibiótico parenteral del grupo de la glicilciclinas, y el doripenem, un carbapenem de uso parenteral con actividad similar a la del meropenem. La tigeciclina es un derivado de amplio espectro para el tratamiento de las infecciones cutáneas, los tejidos blandos e intraabdominales. En estudios in vitro se ha comprobado que la tigeciclina tiene actividad contra una serie de bacterias gram-negativas muy agresivas, incluyendo EBLEE y Enterobacteriáceas productoras de carbapenemasa, especies Acinetobacter y Stenotrophomonas Maltophilia. Tanto P. aeruginosa como las especies Proteus son intrínsecamente resistentes al fármaco. Sin embargo, el tratamiento clínico de las bacterias multirresistentes sigue siendo limitado. Las concentraciones urinarias de la tigeciclina son bajas, de manera que no es apta para el tratamiento de las ITU. Por otra parte, se ha demostrado que es inferior a imipenem–cilastatina para el tratamiento de la NAVM. Dado que después de la administración de la dosis estándar (una carga de 100 mg seguida de 50 mg. c/12 horas) su pasaje de la sangre a los tejidos es rápido, los niveles pico de tigeciclina sérica son bajos. Por lo tanto, su uso para las infecciones hemáticas por organismos con una concentración inhibitoria mínima de ≥1 µg/mL. también es limitado y requiere precaución.

Todavía sigue siendo un tema de debate el tratamiento combinada vs. monoterapia para las infecciones por gram-negativos. Los resultados de los primeros estudios y metaanálisis son difíciles de interpretar, pero hay evidencia más reciente que comenzando a clarificar el tema. Para el tratamiento empírico, la combinación de antibióticos aumenta la posibilidad de administrar el fármaco con actividad in vitro contra los organismos sospechosos. Este efecto es más pronunciado en las instituciones con mayor prevalencia de organismos multirresistentes. Sin embargo, la selección de antibióticos para ser combinados tiene que estar adaptada a los datos de sensibilidad locales, porque los beneficios pueden perderse en presencia de una elevada resistencia cruzada, como a las fluoroquinilonas y cefalosporinas de tercera generación.

Cuando la sensibilidad de los organismos es conocida, la monoterapia y el tratamiento combinado tienen resultados análogos, incluyendo los porcentajes de aparición de resistencia y de recurrencia de la infección. Las excepciones incluyen la monoterapia con aminoglucósidos para P. aeruginosa, que es inferior a cualquier otro régimen farmacológico, y, posiblemente, la monoterapia de los pacientes con fibrosis quística. Por lo tanto, para el tratamiento empírico de las infecciones intrahospitalarias por bacterias gram-negativas graves, los autores recomiendan la combinación antibiótica establecida por la institución y, una vez conocida la sensibilidad, pasar gradualmente a la monoterapia. Aunque los médicos siempre han preferido el tratamiento dual de las infecciones graves por Pseudomonas, los datos apoyan la monoterapia, siempre que se pueda elegir un ß lactam activo. Otras estrategias actuales para el tratamiento de la multirresistencia de las bacterias gram-negativas son la infusión prolongada (3-4 horas) o continua de β-lactams, y para el tratamiento de la NAVM, los antibióticos aerosolizados. Estas estrategias son particularmente útiles para las infecciones causadas por organismos multirresistentes. Por ejemplo, de acuerdo con los datos farmacocinéticos y farmacodinámicos en pacientes hospitalizados, la infusión prolongada de β-lactams como la cefepima, la piperacilina–tazobactam y los carbapenems mejora significativamente el objetivo de conseguir un rendimiento bactericida, en especial para los organismos con una elevada concentración inhibitoria mínima (8-16 µg/mL.). Por otra parte, en los modelos in vitro se ha podido evitar la emergencia de resistencia. Todavía hay pocos datos clínicos sobre la infusión prolongada de β-lactams. Algunos estudios retrospectivos muestran una mejoría de los resultados pero los resultados de los estudios prospectivos son menos constantes. Los antibióticos nebulizados como la tobramicina, la amikacina y el colistimetato de sodio intentan minimizar la toxicidad sistémica y mejorar la llegada del fármaco al sitio de la infección. Para los casos de neumonía grave o refractaria o causadas por organismos altamente resistentes a los fármacos, una opción terapéutica es la administración de antibióticos nebulizados junto con la administración de los antibióticos sistémicos.

Se han dado a conocer datos sobre toxicidad respiratoria, la que puede ser disminuida o evitada mediante la administración previa de broncodilatadores. Por otra parte, un informe reciente de la Food and Drug Administration alertó a los médicos sobre la importancia de indicar el colistimetato sódico aerosolizado inmediatamente después de la preparación, con el fin de evitar la toxicidad pulmonar de la forma activa de la colistina. Se requieren estudios prospectivos para determinar los beneficios clínicos y la seguridad de los antibióticos nebulizados y la infusión prolongada de β-lactams, en especial para las infecciones causadas por bacterias gram-negativas no fermentativas.

♦ Traducción y resumen objetivo: Dra. Marta Papponetti. Esp. Medicina Interna

Cuerpos extraños postoperatorios



Objetos extraños retenidos en
Cuerpos extraños postoperatorios pacientes quirúrgicos

Confiar en el recuento como el mecanismo primario para evitar los cuerpos extraños retenidos no es fiable.

Dres. Cima RR, Kollengode A, Garnatz J, Storsveen A, Weisbrod C, Deschamps C.
J Am Coll Surg 2008; 207(1): 80-87.

Introducción

La publicación por parte del Instituto de Medicina del reporte To err is human: building a safer health system en 1999, resaltó el estado de seguridad de los pacientes en el medio ambiente hospitalario [1]. Los estándares de seguridad para los empleados hospitalarios han sido desarrollados durante las décadas pasadas, pero hasta recientemente, no habían mediciones reales de la seguridad del paciente o mejores prácticas aceptadas para minimizar el riesgo del paciente mientras permanecía en el hospital. Los errores relacionados con la estadía del paciente en el hospital resultan en un escrutinio público intenso y frecuentemente crítico, y miles de tales eventos han sido reportados desde la década de 1980 [2,3]. A menudo, algunos de los ejemplos más dramáticos de errores basados en el hospital son los cuerpos extraños retenidos (CER) después de las operaciones* [4]. La verdadera incidencia de los CERs después de las operaciones abdominales en los Estados Unidos es desconocida. Las estimaciones van desde 1 cada 1000 a 1.500 operaciones abdominales, hasta 1 cada 8.000 a 18.000 operaciones en pacientes internados [3,5]. Los factores de riesgo sustanciales para los CERs, basado en los datos de los reclamos judiciales, incluyen procedimientos de emergencia, cambio no planificado durante la operación e índice de masa corporal [3].

*Habitualmente denominados Oblitos en la Argentina.

Los estudios previos tienen limitaciones porque se apoyan en bases de datos administrativos y en reportes de daño ocasionado por los CERs. Hay numerosos casos reportados de CERs descubiertos años o décadas después de la operación primitiva [6,7]. Estos CERs fueron detectados en pacientes tratados por síntomas crónicos relacionados con la presencia del CER o incidentalmente. La falta de sistemas confiables responsables de los instrumentos quirúrgicos, agujas y gasas al momento de la operación o el uso infrecuente de investigaciones postoperatorias para detectar CERs, conducen muy probablemente a una subestimación de la incidencia verdadera de los CERs reportados en la literatura actual.

En este artículo, los autores presentan la experiencia con los CERs de un único centro terciario con alto volumen de casos. Los autores describen la incidencia, características y resultados relacionados con los CERs. Es práctica de rutina en esa institución la investigación de los pacientes que fueron sometidos a operaciones que ingresaban en cavidades corporales con un equipo de rayos X de alta resolución en una sala de radiología especial antes del ingreso a la sala de recuperación (Figs 1A, 1B). Esta práctica les permite evaluar el uso de la inspección postoperatoria con rayos x en la detección de CERs no esperados.

· FIGURA 1: (A) el cuarto de inspección postoperatoria en una sala de imágenes con un estación radiológica adyacente que está físicamente ubicada en la planta quirúrgica antes de la entrada el la unidad de cuidados post-anestésicos. (B) los pacientes que han tenido una cavidad corporal abierta tendrán una inspección con rayos X que será revisada por el equipo quirúrgico actuante, antes de pasarlos a la sala de recuperación.



Métodos

Una revisión retrospectiva de todos los CERs potenciales o reales reportados a una línea telefónica de alerta de eventos o al sitio en Internet de la Mayo Clinic, Rochester (MCR), durante 2003 a 2006 fue realizada. La revisión y publicación de los datos fue aprobada por el Institucional Review Board. La definición institucional del CER es cualquier objeto que quedó retenido no intencionalmente dentro del paciente al momento del cierre final de la herida o en un procedimiento sin una herida, cuando el equipo quirúrgico lo hubo completado. Todos los eventos de CER que se originaron en las salas operatorias y de partos principales fueron analizados por: el tipo de objetos; las características del paciente, incluyendo edad, sexo e índice de masa corporal; detalles de las operaciones, incluyendo duración, número de equipos involucrados y volumen de la pérdida sanguínea; si los conteos fueron documentados como correctos; cavidad involucrada; circunstancias del evento; medios de detección y resultados clínicos. Los procedimientos comenzados antes de las 06:00 hs AM o completados después de las 04:00 hs PM fueron categorizados como procedimientos tardíos. Las operaciones fueron clasificadas como de emergencia (necesidad de realizarlas en el lapso de horas) o programadas (electivas). En los pacientes con un CER real, se documentó el tipo de cuerpo extraño (gasa, aguja o instrumental), la forma en que fue detectado (rayos X intraoperatorios, inspección con rayos X estándar postoperatoria antes de la admisión en la sala de recuperación o descubrimiento casual después de haber dejado el área de recuperación postoperatoria), y la acción correctora tomada para tratar el CER.

Hay 98 quirófanos principales, 3 salas operatorias obstétricas y 8 salas de parto en el campus de la MCR, los que están distribuidos entre 2 hospitales de atención de agudos. Todas las salas de operaciones están provistas por médicos de la MCR, enfermeras y personal relacionado. Todos los miembros del personal se encuentran bajo una organización de conducción estructurada, con una política unificada y un manual de procedimientos para la actividad del quirófano, incluido el recuento de instrumentos, agujas y gasas. El análisis estadístico fue realizado utilizando el programa Minitab (versión 14.2).

Resultados

Durante el período de análisis de 4 años, 191.168 operaciones fueron realizadas en la MCR. Sesenta y ocho eventos de CER fueron reportados a la línea de alerta. Esto representa una tasa de detección de potenciales CERs de 0,356/1.000 casos. Después de una revisión adicional de esos 68 eventos reportados, 46 lo fueron por un recuento incorrecto al final del procedimiento y 22 fueron reportados como conteos correctos, pero se descubrió un CER después del procedimiento, como resultado de las prácticas rutinarias de investigación o en el subsiguiente seguimiento en la MCR. En 34 de los 68 eventos de CER reportados a la línea de alerta, no se pudo detectar ningún CER utilizando la imagen de alta resolución post-procedimiento. Esos 34 fueron clasificados como un “casi” CER. Los restantes 34 eventos representaron verdaderos CERs porque algún tipo de objeto había sido retenido y fue descubierto después de que el paciente abandonara la sala de operaciones.

De los 34 “casi” eventos, 31 se asociaron con un incorrecto recuento de agujas, instrumentos o gasas. En tres eventos, no era la política de ese momento el conteo rutinario de gasas o instrumentos para el tipo particular de procedimiento efectuado. En esos 3 eventos, la investigación en busca de un objeto perdido fue iniciada intraoperatoriamente debido a la preocupación de que una gasa, aguja o instrumento estaba perdido, a pesar de haber tenido lo que se consideró como un recuento correcto. Los conteos incorrectos de agujas representaron el 76% de los “casi” eventos, aunque los instrumentos y las gasas fueron responsables del 12% y 12%, respectivamente (Fig. 3A).

En los 34 verdaderos CERs, las gasas de algodón fueron por lejos el objeto más comúnmente retenido (n = 23 [68%]), seguido por otros ítems (n = 7 [20%]), agujas (n = 3 [9%}) e instrumentos (n = 1 [3%]) (Fig. 3B). La distribución de los CERs y el lugar en donde estaban ubicados se resume en la Tabla 1. De esos 34 incidentes, 3 (9%) ocurrieron cuando no estaba establecida la política del recuento en ese tipo particular de procedimiento o para esos objetos. En 2 eventos (6%), el recuento de agujas fue reportado como incorrecto y el de gasas fue documentado como correcto, pero se identificaron posteriormente 2 gasas retenidas. Dos incidentes (6%) involucraron equipos que habían tenido roturas, quedando pequeñas porciones del mismo en el paciente. Seis eventos (18%) se asociaron con un conteo incorrecto al final del procedimiento. De esos 6 casos, en 4 se obtuvo una radiografía intraoperatoria, que identificó el CER; en un paciente, la gasa retenida fue hallada antes de que se realizara la radiografía y en el 6º paciente se tomó la decisión de no buscar el CER porque se consideró al enfermo demasiado inestable para demorar la finalización de la operación. De esos 34 eventos de CER, 20 (59%) fueron encontrados en la inspección radiográfica de rutina postoperatoria, no habiendo existido sospecha previa de un CER porque todos los conteos habían sido reportados como correctos al finalizar el procedimiento.

· FIGURA 2: distribución de los objetos en los “casi” eventos (A) y en los eventos de CER verdaderos (B).





Las circunstancias operatorias y factores de posible contribución en los 34 casos de “casi” eventos y en los 34 casos de eventos verdaderos fueron analizados utilizando un proceso de análisis de la raíz causal como parte de la revisión del evento de alerta. Las características importantes para todos los eventos de CERs, tanto “casi” como reales, en las salas de operaciones, se resumen en la Tabla 2. Esto incluyó una comparación lado a lado de los “casi” eventos como los eventos reales. Este análisis fue efectuado para determinar si hubieron diferencias substanciales en aquellos tipos de eventos (probables vs. verdaderos) que estuvieran relacionadas a las características de los pacientes o de las operaciones. Los valores de probabilidad entre los “casi” eventos y los eventos reales también se consignan en la Tabla 2 y no fueron estadísticamente significativos.

· TABLA 2: características de los CERs (posibles y verdaderos)


Ninguno de los 34 casos de CER verdadero ocurrió en un procedimiento de emergencia, no hubieron cambios no planificados durante la operación, el cirujano actuante no participaba en procedimientos concurrentes y no hubo procedimientos multiequipos. Además, una mayoría de los incidentes no involucró excesiva pérdida de sangre (< 500 mL) y no hubo procedimientos después de hora. Los autores no pudieron determinar de sus datos el número y relaciones de los cambios del personal durante el curso de la operación en la que ocurrió el CER. El manejo de los CERs después de la operación varió de acuerdo con la naturaleza del objeto retenido, su ubicación y la condición del paciente. En 6 pacientes (18%), el objeto fue removido sin necesidad de reoperar al enfermo y en los otros 6 (18%) se decidió no intentar la extracción, debido a que el procedimiento para remover el CER tenía un riesgo mayor que dejarlo in situ. Veintidós pacientes (65%) fueron reingresados a la sala de operaciones para la remoción del objeto, lo que fue exitoso en todos menos en uno (3%). En ese paciente, aunque fue reoperado, el objeto no pudo ser extraído por la imposibilidad de removerlo desde detrás de una estructura crítica sin una revisión mayor del procedimiento primario. Treinta (88%) de los CERs fueron descubiertos dentro de las 24 horas de la operación, con la mayoría inmediatamente después de la operación y antes de ingresar en la sala de recuperación. Esto fue posible dada la práctica de la inspección radiográfica postoperatoria. Cuatro (12%) fueron descubiertos 24 horas después de la operación con 2 CERs reportados después del egreso hospitalario. Esos 2 casos incluyeron una gasa dejada en la vagina de una paciente 3 semanas después del parto y una aguja retenida hallada en una radiografía de seguimiento de rutina 1,5 años después de una operación de bypass gástrico laparoscópico. Se decidió el seguimiento del paciente sin reoperación.

El papel de la inspección radiográfica intraoperatoria y post-procedimiento de rutina fue analizado. De los 68 eventos, tanto los “casi” CERs como los verdaderos, en 46 de ellos (67%) se habían realizado radiografías intraoperatorias. Veintiocho radiografías intraoperatorias fueron obtenidas en los “casi” eventos. Ninguna de ellas reveló algún CER. De 18 incidentes en los que un CER fue eventualmente detectado, la radiografía intraoperatoria identificó sólo 12 de esos objetos. Esto resultó en un rendimiento verdadero para la radiografía intraoperatoria del 67%. Además, hubo 3 incidentes en los que se obtuvo una radiografía para hallar un objeto perdido, específicamente agujas, pero otro tipo de objeto retenido no esperado fue detectado: una gasa en dos pacientes y un instrumento en el tercero. La inspección radiográfica postoperatoria de rutina que hacen antes del ingreso a la sala de recuperación detectó 20 CERs. Todos ellos fueron hallazgos inesperados y ninguno de ellos se asoció con un conteo incorrecto de gasas, agujas o instrumentos. De esos 20 incidentes, 17 (85%) fueron gasas retenidas, un clamp buldog (5%), un separador maleable (5%) y 1 aguja (5%). Adicionalmente, las placas de inspección detectaron 2 CERs en pacientes en los que la imagen intraoperatoria había sido realizada para descartar la presencia de un CER y había fallado en detectar los objetos retenidos. En ambos casos se trató de agujas. En la Fig. 3 se compara la calidad de la imagen intraoperatoria y la de la inspección radiográfica post-procedimiento.

· FIGURA 3: ejemplo de una imagen radiográfica intraoperatoria (A) comparada con una imagen postoperatoria de alta resolución (B). Una aguja se perdió durante un procedimiento laparoscópico y varias radiografías intraoperatorias fracasaron en localizarla, pero la aguja se ve fácilmente en la placa postoperatoria de rutina.



Discusión

Los CERs después de procedimientos quirúrgicos o invasivos continúan desafiando a los cirujanos y personal de quirófano como errores mayores que deben ser evitados. En este artículo, los autores analizan la experiencia de la práctica quirúrgica de alto volumen de la MCR durante un período de 4 años. Durante el período en estudio, 191.168 operaciones fueron realizadas, con 68 eventos reportados a la línea de eventos adversos, de los que 34 fueron verdaderos CERs. Esto resultó en una incidencia global de reales CERs de 0,178/1.000 operaciones, o aproximadamente 1 CER cada 5.500 operaciones.

La tasa institucional de 1:5.500 de incidencia de CER es concordante con otras tasas estimadas publicadas en la literatura [3,5]. En algunos aspectos, la experiencia de los autores puede ser un reflejo más certero de la incidencia en el mundo real. Este artículo es diferente, porque se midió la verdadera incidencia conociendo la totalidad de los procedimientos que fueron realizados y el número real de CERs que ocurrieron. Además, debido a que la mayoría de los otros reportes basan sus estimaciones en los reclamos legales por daño clínico substancial originado por un CER, pudieron no haber capturado todos los CERs en su población en estudio. Asumiendo que muchos CERs son detectados durante la hospitalización y tratados antes de que ocurran daños substanciales, esos eventos pudieron no haber alcanzado el nivel de reclamo legal. En el conjunto de datos del presente trabajo no existió daño clínico demostrable a corto o largo plazo como resultado de una evento de CER, porque la vasta mayoría de los CERs fueron detectados dentro de unos pocos minutos u horas después de haber finalizado el procedimiento original. De esos 34 pacientes, sólo 4 CERs fueron descubiertos a más de 24 horas después del procedimiento y 2 fueron descubiertos después del egreso hospitalario.

Un hallazgo perturbador, desde el punto de vista de los autores, es que el 59% de sus CERs fueron hallazgos no esperados mediante el uso rutinario postoperatorio de los rayos X . En todos esos pacientes, los recuentos de gasas, instrumentos y agujas fueron reportados como correctos al final del procedimiento. Aunque estos objetos pudieron haber originado que los pacientes presentaran síntomas durante o poco después de su hospitalización y ser detectados, existen numerosos reportes de CERs que se volvieron evidentes años después de la operación inicial [7-9]. Asumiendo que los datos de CERs no sospechados son representativos para otras instituciones, podría haber un gran número de pacientes actualmente en los Estados Unidos con CERs que no ocasionan síntomas específicos o que permanecen asintomáticos por años.

De manera similar que en otros estudios, los datos del presente trabajo demuestran que las gasas son el CER más común [3]. La ubicación en donde el CER ocurre es habitualmente la cavidad torácica o abdominal. Hubo CERs descubiertos en la orofaringe y en la vagina. Este análisis, a diferencia con otros reportes en la literatura, abarcó tanto los “casi” eventos como los verdaderos CERs. Sorprendentemente, las agujas fueron causa muy infrecuente de un CER verdadero, pero fueron la causa mayor de los “casi” eventos en la sala de operaciones. Del análisis de la raíz causal de estos eventos, los autores consideran que la razón por la que las agujas son rara vez un CER verdadero es que las mismas son manejadas en el quirófano de una manera muy diferente que las gasas y los instrumentos. Las agujas, al ser cortantes, son frecuentemente pasadas en forma directa desde la instrumentadora al cirujano y regresadas inmediatamente después de ser usadas. Luego son colocadas en una posición numerada dentro de una caja de agujas, lo que permite un fácil recuento. Además, como sugieren los datos de este trabajo, si se pierde una aguja, la posibilidad de detectarla en el paciente es extremadamente difícil, aún con rayos X intraoperatorios. Este es el motivo por el que los autores están a favor de la inspección postoperatoria con rayos X de alta resolución para resolver situaciones que involucran agujas perdidas, dado que es claramente más sensible para esos objetos. Aún así, esto no asegura que la aguja no esté realmente en el paciente. Por lo tanto, algunos de los “casi” eventos podrían ser verdaderos CERs, pero dada la inhabilidad para detectar una aguja perdida dentro del paciente, aún usando imágenes de alta resolución, no pudieron ser clasificados con certeza. Si se incluyera una proporción de las agujas perdidas como eventos verdaderos, entonces, la incidencia de CERs de los autores podría ser mayor que la estimada de 1 en 5.500 operaciones. A diferencia de las agujas, las gasas y los instrumentos pueden ser pasados o tomados por el cirujano o un ayudante sin el conocimiento de la instrumentadora y no retornados a ella directamente o en un breve período de tiempo. Además, las gasas y los instrumentos no siempre pueden estar bajo control directo de un individuo, lo que permite que sean movidos dentro de áreas del cuerpo o en el campo operatorio en vez de permanecer en el lugar en que originalmente fueron colocados. Ambos procesos pueden resultar en una dificultad responsable de la presencia o, en este caso, ausencia del objeto durante un procedimiento, especialmente tomando en cuenta la duración de la mayoría de las operaciones. Además, a diferencia de las agujas, las gasas y los instrumentos son más fáciles de detectar en las imágenes y son sencillamente detectados cuando hay una discrepancia en el recuento.

A diferencia de otros estudios que han identificado factores potenciales de riesgo para los CERs, incluyendo procedimientos de emergencia, importante pérdida sanguínea, múltiples equipos quirúrgicos e índice de masa corporal aumentado, los autores del presente trabajo no hallaron ninguna de esas asociaciones con sus eventos de CERs [3.10]. Esta podría ser una limitación de este estudio, ya que no se realizó ninguna comparación con casos similares que no experimentaron un CER. En la revisión detallada de cada uno de esos CERs, no se consideró que ninguno de esos factores específicos contribuyó para el evento. Además, debido a la naturaleza de la práctica de los autores, que comprende un alto número de casos complejos que frecuentemente involucran múltiples especialidades y grandes pérdidas sanguíneas, el plantel y el sistema de soporte pueden estar más sensibilizados para los riesgos asociados con esos procedimientos, lo que podría contribuir a un aumento en la vigilancia y evitación de un CER. Dada la naturaleza de las prácticas quirúrgicas complejas en un centro terciario con alto volumen de casos, los autores han desarrollado una cantidad de sistemas, incluyendo la inspección postoperatoria con placas de alta resolución, para tratar de reducir el número de CERs. Los hallazgos en este trabajo pueden no ser representativos de otras prácticas quirúrgicas más generales a lo largo del país. Se podría asumir que los autores pueden tener una incidencia más alta de CERs porque efectúan procedimientos más complejos, que involucran varias especialidades, con alta pérdida de sangre, pero no hallaron ninguna asociación con esas variables. En realidad, lo contrario es lo cierto en su experiencia, porque los CERs ocurrieron más comúnmente en procedimientos quirúrgicos de rutina. Asumiendo que ello es representativo del entorno general de las salas de operaciones en los Estados Unidos, estos datos podrían aproximar la verdadera incidencia de los CERs, la que podría ser más alta que la reportada en otras series.

Es el análisis de los autores de los 34 CERs, el factor de contribución más comúnmente citado fue una rotura en la comunicación. Los dos hallazgos más comunes fueron una falla en comunicar el lugar de ubicación del objeto dentro de la cavidad corporal a otros integrantes del equipo o la falla de la persona en recordar la acción realizada por ella más tarde dentro del procedimiento. En cualquier sistema complejo en el que la gente interactúa y actúa dentro del sistema, las fallas en la comunicación son comúnmente citadas como uno de los factores más importantes cuando los errores ocurren [11,12]. Estos hallazgos resaltan la importancia de los factores humanos como contribuidores tanto del éxito como del fracaso en las salas de operaciones.

Este estudio también confirma los hallazgos de otros: que la mayoría de los CERs ocurren a pesar de un “correcto” recuento realizado antes de que el procedimiento haya finalizado [3,13]. En la experiencia de los autores del presente trabajo, el conteo fue reportado como correcto en cerca del 62% de los eventos. Sorprendentemente, aquellos objetos que son contados rutinariamente con mayor frecuencia durante la operación, las gasas, fueron los más comúnmente perdidos. Esto muy probablemente tiene que ver con el hecho de que aún una tarea relativamente simple, tal como el recuento de objetos discretos, tiene una tasa baja pero predecible de error. Cuantas más veces se realiza el recuento, la incidencia de un posible error aumenta exponencialmente. Esto se agrava por efectuar este “simple” proceso de conteo en un entorno muy complejo, con múltiples distracciones y competencia de tareas. En otros entornos similares y en las situaciones de pruebas psicológicas, las tasas de éxito en tareas de rutina o sencillas son considerablemente dañadas por distracciones menores o por el aumento del número de cosas que la persona debe atender mientras también está efectuando la tarea [14,15]. El hecho de que las gasas de algodón son los CERs más comunes a través de múltiples reportes y de que un componente importante de este problema podría estar relacionado con factores humanos no modificables, una solución tecnológica para el conteo de gasas sería deseable. Recientemente, se han incorporado tanto códigos de barra como tecnología de identificación por radiofrecuencia dentro de las gasas para ayudar a mejorar la confiabilidad del recuento de esos productos. Los pequeños ensayos iniciales usando tecnología de identificación por radiofrecuencia en el recuento de gasas han reportado resultados mixtos [16,17]. Dada la confianza en el conteo por parte del personal de quirófano para evitar un CER por gasa o instrumental, se justifica una evaluación adicional de las nuevas tecnologías para mejorar los resultados del recuento.

En un número limitado de pacientes, los autores fueron capaces de evaluar el impacto de las imágenes radiográficas en la detección de los CERs. Las imágenes intraoperatorias usando equipos portátiles de rayos identificaron sólo 12 de los 18 CERs verdaderos. Además, en 2 pacientes los rayos x intraoperatorios fallaron en detectar objetos que fueron seguidamente vistos en las placas de inspección postoperatorias. De manera similar, Kaiser y col. [13], reportaron que las imágenes intraoperatorias fallaron en detectar CERs en 3 de 29 pacientes en los que se usaron. El análisis de esos pacientes indicó una pobre calidad de la imagen, múltiples objetos extraños en el campo operatorio y falla en comunicar el propósito de la placa al radiólogo, como contribuyentes a la lectura falso-negativa. En la experiencia de los autores del presente trabajo, todas esas razones fueron citadas de manera similar para los fracasos en la detección de los CERs. Una preocupación adicional sobre la confianza en las imágenes intraoperatorias para detectar CERs, es que las mesas de operaciones y los equipos portátiles de rayos X no fueron diseñados específicamente para magnificar las imágenes por un CER, lo que resulta en una pobre calidad de las mismas. Además, la imagen intraoperatoria es muy pobre para ciertos objetos, tales como las agujas. En un estudio buscando la sensibilidad de los rayos X portátiles para detectar agujas quirúrgicas, 75 clínicos y profesionales de la salud asociados revisaron las radiografías y pudieron identificar agujas > 19 mm el 100% de las veces, pero ninguno pudo detectar agujas de 10 mm [18]. La ausencia de un CER, especialmente de una aguja perdida, en la imagen intraoperatoria obtenida en una situación en que los recuentos son incorrectos no debería ser considerada como una prueba definitiva.

Un hallazgo importante en el presente estudio es que 20 CERs fueron detectados en las placas de inspección postoperatoria en pacientes en los que no había sospecha de un CER. Todos esos pacientes fueron inmediatamente retornados a la sala de operaciones para remover el objeto. A diferencia de otras series, en donde hubo síntomas o complicaciones desarrolladas en relación con la presencia del CER, el uso de las imágenes de inspección postoperatoria evitó cualquier daño clínico substancial para el paciente por un CER. Además, dado que la mayoría de los CERs sucedieron en el escenario de un recuento correcto de instrumentos, gasas y agujas, los autores creen que el uso rutinario de la inspección radiográfica postoperatoria en todos los pacientes sometidos a procedimientos quirúrgicos es un proceso de seguridad muy importante. Dada la no confiabilidad de las imágenes con los equipos portátiles, idealmente la inspección con rayos X debería hacerse con equipos radiográficos de alta resolución en un área dedicada para ello. La adopción de esta práctica debe ser sopesada contra la muy baja incidencia de CERs, la logística para obtener placas de alta calidad, la exposición a la radiación para el paciente y el personal del hospital y el costo adicional de esta práctica. En la institución de los autores, la infraestructura de la sala de operaciones, facilidades y personal dedicado, están diseñados para acomodar la posibilidad de realizar inspecciones radiográficas y no impide el flujo de trabajo del quirófano o expone al personal a radiación adicional.

En conclusión, los CERs después de las operaciones continúan siendo una cuestión en cuanto a la seguridad del paciente y a la calidad quirúrgica. Aunque ciertos pacientes y factores de riesgo operatorio pueden predisponer a los CERs, los factores tanto humanos como del sistema contribuyen considerablemente a estos eventos. Estudios adicionales de las interacciones entre el entorno de la sala de operaciones y el desempeño del personal son necesarios para desarrollar sistemas que mitiguen los errores humanos que resultan en los CERs. El impacto de las nuevas tecnologías diseñadas para mejorar la confiabilidad del recuento de los instrumentos quirúrgicos, gasas y agujas necesita ser investigado minuciosamente. La incorporación de la nueva tecnología en un ya complejo entorno podría causar oportunidades no previstas para los errores. Finalmente, la expansión del uso de la vigilancia postoperatoria con imágenes en unidades dedicadas en la planta quirúrgica debería ser considerada como una mejor práctica, dado que puede disminuir el riesgo de complicaciones relacionadas con los CERs mediante una detección temprana.

♦ Comentario y resumen objetivo: Dr. Rodolfo Altrudi

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Errores en cirugía

Errores en cirugía

Procedimientos quirúrgicos incorrectos dentro y fuera de la sala de operaciones
El propósito de este análisis es brindar información y proponer soluciones en relación con los eventos quirúrgicos incorrectos y brindar una perspectiva única resumiendo reportes de una gran sistema de atención de la salud que abarcaron un período de 5 ½ años

Dres. Neily J, Mills PD, Eldridge N, Dunn EJ, Samples C, Turner JR, Revere A, DePalma RG, Bagian JP.
Arch Surg 2009; 144(11): 1028-1034

Introducción

Los procedimientos quirúrgicos incorrectos pueden ser devastadores. Algunos ejemplos incluyen: sitio equivocado [1], lado equivocado, procedimiento equivocado o eventos en pacientes equivocados [2]. Basado en el análisis de la base de datos de Seiden y Barach [2], los autores de este trabajo estimaron que 5 a 10 de esos eventos ocurren a diario en los Estados Unidos. Un reporte de Pensilvania determinó que algún aspecto de un procedimiento de sitio equivocado real o que no sucedió por poco, ocurre cada día en ese estado [3]. Kwaan y col. [1], examinaron una base de datos de seguros de mala praxis en búsqueda de procedimientos del sitio equivocado y estimaron una incidencia de 1 sitio equivocado en 112.994 procedimientos en cirugías que no involucraban la columna vertebral. Ese estudio no incluyó pacientes equivocados o procedimientos equivocados y excluyó los casos que ocurrieron fuera de la sala de operaciones, por lo que es entendible que la tasa reportada parezca más baja que la reportada por Seiden y Barach. La base de datos del New York Patient Ocurrence and Reporting Tracking System, en la que los reportes son obligatorios, indicó 100 o más eventos de pacientes equivocados, sitios equivocados y procedimientos invasivos equivocados por año en ese estado para el período 2003-2005 [4]. El procedimiento en sitio equivocado fue el evento centinela más frecuentemente reportado por The Join Commission [5]. La literatura indica que la incidencia real de procedimientos quirúrgicos incorrectos no se conoce con certeza. A pesar de los esfuerzos para eliminar los procedimientos quirúrgicos incorrectos, estos eventos continúan ocurriendo [3,5-7].

La Veterans Health Administration (VHA) desarrolló e implementó un programa piloto para reducir el riesgo de eventos quirúrgicos incorrectos, en abril de 2002, que resultó en la difusión de una directiva nacional en enero de 2003. Seguidamente, The Join Commission publicó el 1 de enero de 2004 una herramienta llamada Preventing Wrong Site, Wrong Procedure and Wrong Person Surgery [8]. La VHA publicó una versión actualizada de la directiva Ensuring Correct Surgery and Invasive Procedures el 24 de junio de 2004 [9], que es completamente coincidente con el Universal Protocol.

En el análisis de la VHA sobre la causa origen (ACO) de estos eventos catastróficos, los equipos examinaron qué fue lo que ocurrió y porqué ocurrió y luego recomendaron acciones para prevenir la reiteración [10,11]. La Join Commission también requirió ACO para los eventos centinelas [12]. Además, se requirió a los miembros de la VHA el uso del ACO para eventos potencialmente catastróficos que no llegan a ocurrir [13]. El equipo de la VHA envió los ACO y reportes sobre incidentes a una base de datos central [14].

En este estudio, los autores analizaron los eventos quirúrgicos adversos que ocurrieron realmente o que estuvieron a punto de ocurrir de los ACO y reportes de incidentes de la VHA (llamados “reportes de seguridad” en el sistema de la VHA). El propósito de este análisis es brindar información y proponer soluciones en relación con los eventos quirúrgicos incorrectos y brindar una perspectiva única resumiendo reportes de una gran sistema de atención de la salud que abarcaron un período de 5 ½ años.

Métodos

Diseño

Los autores analizaron reportes de eventos adversos en la VHA y describieron categorías de eventos. También describieron reportes antes y después de la divulgación de las políticas para asegurar los procedimientos quirúrgicos correctos. El Research and Developmental Committee, Veterans Affairs Medical Centes, White River Junction de Vermont, aprobó el proyecto y el Committee for the Protection of Human Subjects, Dartmouth College, consideró que el mismo estaba excento.

Escenario y participantes

De las 153 instituciones de la VHA, 130 (85%) brindan servicios quirúrgicos [15]. Los eventos reportados en las salas de operaciones podían haber ocurrido en cualquiera de los 130 centros que brindan servicios quirúrgicos, mientras que los eventos fuera de la sala de operaciones podían haber ocurrido en cualquiera de los 153 centros de la VHA.

Origen de los datos

Se buscó en la base de datos National Center for Patient Safety de la VHA, los eventos adversos que ocurrieron entre el 1 de enero de 2001 y el 30 de junio de 2006. Los eventos no se limitaron a la sala de operaciones e incluyeron incidentes en las salas de procedimientos o en las de radiología y al lado de la cama del paciente. Esos datos se limitaron a los ACO y reportes de seguridad enviados al National Center for Patient Safety y no fueron resumidos de los registros médicos. Los resultados fueron filtrados para incluir sólo los eventos pertenecientes a procedimientos quirúrgicos incorrectos o procedimientos invasivos incorrectos. Se realizó una exploración adicional utilizando un método de procesamiento de búsqueda en lenguaje natural (PolyAnalyst) [16], que produjo el conjunto final de datos para este estudio.

Proceso de codificación

Dos equipos independientes decirujanos y al menos un investigador no clínico codificaron cada reporte. Los equipos reconciliaron diferencias para arribar a un consenso para la categorización final de cada caso.

Después de completar la categorización, dos de los autores (JN y PDM), codificaron las causas de origen de los eventos en categorías mayores, tales como educación o comunicación. Se codificaron 10 causas por consenso para desarrollar un bosquejo de las categorías de causas de origen y luego se codificó independientemente 40 casos en grupos de 10 y se refinó el libro de códigos hasta que se alcanzó un acuerdo del 80,6% y k de 0,79 para los últimos 10 casos. Luego se codificó independientemente los casos restantes, alcanzando un consenso cuando las causas raíces no entraban claramente en ninguna categoría.

Principales mediciones de resultados

Procedimientos quirúrgicos mayores y menores

Los procedimientos quirúrgicos mayores fueron definidos como “procedimientos realizados bajo anestesia general, espinal o epidural y todas las endarterectomía carotídeas y herniorrafias inguinales, sin importar el tipo de anestesia” [17]. Los procedimientos quirúrgicos menores fueron definidos como cualquier otro procedimiento invasivo. Todos los procedimientos quirúrgicos mayores se desarrollaron en la sala de operaciones, pero los menores pudieron o no realizarse en el quirófano. Los procedimientos quirúrgicos mayores o menores fueron realizados en pacientes ambulatorios o internados.

Los procedimientos terapéuticos fueron definidos como procedimientos para tratar condiciones médicas y los procedimientos diagnósticos fueron definidos como procedimientos para establecer un diagnóstico. Los procedimientos en pacientes internados fueron definidos como aquellos realizados en pacientes hospitalizados por al menos 1 noche antes del procedimiento. Los procedimientos ambulatorios fueron aquellos en los que el plan preoperatorio establecía admisión y egreso en el mismo día. Los casos en que los pacientes necesitaron admisión sólo debido al evento adverso producido o casi ocurrido fueron contabilizados como ambulatorios.

Localización del evento, dentro o fuera del quirófano

Un quirófano fue definido como una sala en un hospital o en un centro quirúrgico para pacientes ambulatorios, con personal dedicado, equipamiento y normativas concordantes con los estándares de la Join Commission [18]. Los ambientes no quirófano pueden ser cualquier escenario en donde se realice un procedimiento invasivo, por ejemplo una sala de procedimientos en una clínica o en un departamento de emergencia, un cuarto para procedimientos intervencionistas en un departamento de radiología o al lado de la cama del paciente.

Eventos adversos versus casi-eventos adversos

Un evento adverso fue definido como un incidente en el que el paciente fue sometido a un procedimiento quirúrgico de cualquier tipo innecesariamente, tal como un procedimiento realizado en un paciente equivocado o en un sitio equivocado. Esto incluyó cualquier incisión o punción del paciente, incluyendo inyecciones y administración de anestésicos regionales o generales no necesarios para el procedimiento planificado. Las aplicaciones tópicas en la piel o por medio de gotas oculares fueron consideradas casi-eventos.

Un casi-evento fue definido como un incidente en el que ocurrió un paso reconocible en dirección hacia un evento quirúrgico adverso, sin que el paciente hubiera sido sometido a un procedimiento quirúrgico o invasivo como fuera previamente descrito en la definición de evento adverso. Algunos ejemplos incluyeron la entrega del consentimiento informado a un paciente equivocado, el registro de un procedimiento equivocado en el consentimiento, la marcación de un sitio equivocado y la preparación del sitio o del paciente equivocado. La omisión de un paso requerido por la directiva de la VHA [9] o el Universal Protocol [19] por sí sola no constituyó un casi-evento. Por ejemplo, si un paso fue salteado, tal como la marcación del sitio, pero se realizó el procedimiento correcto, esto fue considerado como una desviación de la directiva pero no como un casi-evento.

Otras categorías

El servicio o especialidad fueron codificados como el servicio médico o quirúrgico o el departamento de la especialidad que realizó el procedimiento. Las radiografías de rutina o las resonancias magnéticas no entraron en la definición de procedimiento invasivo y no fueron consideradas en este estudio; sólo los procedimientos radiográficos invasivos, tales como aquellos que requirieron la inyección de un contraste o cateterización, fueron incluidos.

El segmento anatómico corporal fue codificado de acuerdo con el lado en el que ocurrió el procedimiento quirúrgico. En los casos en donde se identificaron múltiples sitios, el segmento corporal codificado fue el de la ubicación de la incisión. Las partes del cuerpo fueron desarrolladas según este conjunto de datos: cabeza/cuello, ojo, boca, brazo/mano, tórax, abdomen, columna, pelvis y pierna/pie.

El tipo de evento incluyó: paciente equivocado, lado equivocado, sitio equivocado, procedimiento equivocado e implante equivocado.

Código de valoración de la seguridad

Los eventos adversos reportados dentro de la VHA son evaluados por el gerente de seguridad de los pacientes para determinar el daño real o potencial, utilizando 2 criterios: daño (catastrófico a menor) y probabilidad (frecuente a remota). Daño y probabilidad son combinados en un puntaje de 1 a 3 denominado Safety Assessment Code (SAC) o Código de Valoración de la Seguridad, desarrollado por la VHA para ayudar al plantel a priorizar los eventos o casi-eventos adversos [11,14]. El 1 representa la prioridad más baja y el 3 la más alta. Los eventos codificados como un SAC 3 real fueron analizados con un ACO. Los eventos codificados como una SAC 1 ó 2 recibieron un ACO si el centro eligió hacerlo pero no requirieron su envío como un reporte de seguridad.

Intervenciones

La VHA requirió la implementación de su directiva inicial “Ensuring Correct Surgery and Invasive Procedures” en enero de 2003. La VHA sostuvo reuniones informativas nacionales con el equipo de Patient Safety and Quality Management sobre la directiva y envió recursos educativos a todos sus centros asistenciales [20]. Esa directiva fue actualizada y republicada a mediados de 2004 para incluir los procedimientos invasivos no efectuados en la sala de operaciones [9], conjuntamente con los requerimientos para implementar el Joint Commission’s Universal Protocol for Preventing Wrong Site, Wrong Procedure, Wrong Person Surgery [19].

Análisis

Se describieron las características de los eventos y se usó el análisis de x2 para identificar las relaciones entre los puntajes SAC que, para el análisis, fueron categorizados como teniendo daño medio o alto o no teniéndolo, y otras variables, tales como especialidad y tipos de eventos adversos, que fueron categorizados como ocurriendo o no ocurriendo. Los autores utilizaron el análisis de varianza para analizar las diferencias medias en los puntajes SAC a lo largo del tiempo. La variable dependiente fue el puntaje SAC y la variable independiente fue el período de tiempo. Se usaron 3 períodos de tiempo para el análisis:

1) Antes de enero de 2003, o sea antes de que la directiva Ensuring Correct Surgery de la VHA fuera publicada.

2) Desde el 1 de enero de 2003 hasta el 30 de junio de 2004, o sea cuando la directiva de la VHA ya era efectiva pero no había requerimiento de la Joint Commission y la directiva era sólo para los casos ocurridos en quirófano.

3) Desde el 1 de julio de 2004 hasta el 30 de junio de 2006, o sea después de que la directiva de la VHA fuera re-escrita [9] para incluir los procedimientos realizados fuera de la sala de operaciones y de que fuera efectivo el Joint Commission Universal Protocol for Preventing Wrong Site, Wrong Procedure, Wrong Person Surgery [19].

Los autores calcularon una tasa reportada de eventos adversos para las primeras 7 categorías de eventos adversos en quirófano. Colocaron el número de eventos adversos reportados sobre el número de casos quirúrgicos para esa especialidad y lo multiplicaron por 10.000 para una tasa de eventos adversos reportados por 10.000 casos. El número de eventos adversos reportados fue para 5 ½ años (1 de enero de 2001 a 30 de junio de 2006) y el número de casos quirúrgicos fue para 6 años (1 de octubre de 2000 a 30 de septiembre de 2006), por lo que se multiplicó el primero y el último año de datos según año fiscal, sobre los casos quirúrgicos por 0,75 para justificar esta diferencia en los tiempos.

Resultados

Los autores recibieron y analizaron 342 reportes de eventos quirúrgicos: 212 reales (62%) y 130 casi-eventos (38%), Ciento ocho eventos adversos reportados (50,9%) ocurrieron en el quirófano y 104 (49,1%) en otra parte. En relación con eventos adversos reportados exclusivamente, oftalmología y radiología invasiva tuvieron la mayoría de los reportes, 45 cada una (21,2%). El análisis de las causas de origen reveló un total de 672 , 76 (11,3%) de las cuales no fueron discernibles por los codificadores. Consecuentemente, la información proviene de 596 causas raíz (88,7%). La causa original principal fue los problemas en la comunicación (21%) e incluyó ejemplos tales como cuestiones con los consentimientos informados y comunicación problemática de información crítica entre los miembros del equipo, como transferencias entre los miembros del equipo en las que se pierde información. Las causas originales relacionadas con problemas durante el recambio (17,6%) incluyeron temas tales como identificación no apropiada del paciente entre procedimientos.

La oftalmología tuvo 1,8 eventos adversos reportados por cada 10.000 casos, mientras que la ortopedia tuvo 1,2 eventos adversos reportados cada 10.000 casos. Ninguna de las otras 7 especialidades ubicadas en los primeros lugares de eventos adversos en el quirófano (ortopedia, urología, odontología, cirugía general, neumonología, cardiología y neurocirugía) tuvo al menos 1 evento adverso por cada 10.000 casos. Los datos sobre eventos adversos reportados provinieron de la base de datos del estudio y los eventos fueron categorizados en especialidades por el equipo de investigación. Los datos sobre el porcentaje de casos quirúrgicos fueron recuperados del Computerized Patient Record System de la VHA y no por el equipo de investigación. Los dos eventos adversos más comúnmente reportados fueron el lado equivocado (66 [31,1%] ) y paciente equivocado (56 [26,4%] ).

La mayoría de los eventos (65%) fueron SAC 1 reales, 23% fueron SAC 2 y 12% fueron SAC 3 [1]. Los casos de neumonología (tales como toracocentesis del lado equivocado) (x2 12,45; P < 0,01) y los casos de sitio equivocado (tales como nivel equivocado en la columna vertebral) (x2 4,81; P = 0,03) se asociaron con el mayor daño.

El análisis de varianza del puntaje SAC medio real para los eventos reportados a través de los 3 períodos de tiempo, reveló un cambio significativo (F,9,174; P ≤ 0,01); los puntajes SAC medios inicialmente disminuyeron y luego aumentaron nuevamente después de la actualización de la directiva.

Comentarios

Este estudio revisó 342 eventos quirúrgicos involucrando el lado, paciente, implante, sitio o procedimiento equivocados. Los eventos adversos reportados se dividieron casi uniformemente entre aquellos que ocurrieron dentro y fuera del quirófano (108 y 104, respectivamente).

Para los eventos adversos reportados por especialidad, la oftalmología y la radiología invasiva tuvieron la mayoría de los reportes, 45 cada una (21,2%). Cuando se examinó sólo los eventos adversos reportados en quirófano, la oftalmología exhibió el porcentaje más alto de casos. Los implantes equivocados fue la categoría con la mayoría de los eventos adversos reportados para oftalmología y ortopedia (48,9% y 36,2%, respectivamente) pero el aspecto varió. Los eventos oftalmológicos típicamente incluyen una confusión de lentes; para los ortopedistas, el evento fue a menudo la desagradable sorpresa de no disponer del tamaño deseado del implante en el quirófano o en otra parte del hospital. En un estudio reciente, otros autores hallaron que los implantes de lentes equivocados constituyen el porcentaje más alto de “confusiones quirúrgicas” en los casos de oftalmología [21]. Las reuniones de consenso preoperatorias, incluyendo aquellas especificando el implante y reasegurando la disponibilidad, podrían ayudar con este problema, Las reuniones son parte del programa Medical Team Training de la VHA [22].

Es necesario trabajar proactivamente para prevenir los procedimientos quirúrgicos incorrectos; esperar hasta momentos antes de “despegar” (tal como durante el recambio final [19]) puede, en ocasiones, ser demasiado tarde para corregir el problema. Esto es concordante con los hallazgos de Clarke y col. [7]. Momentos antes de la incisión, el equipo puede haber ya fijado en sus mentes el procedimiento quirúrgico a ser realizado y otros factores (posicionamiento, consentimiento, horario del quirófano) pueden contribuir a que los profesionales crean que están por realizar correctamente el procedimiento [23]. Los autores de este trabajo proponen una comunicación más clara y temprana, cuando se preparan para los procedimientos quirúrgicos e invasivos. El programa Medical Team Training de la VHA [2] también promueve este tipo de comunicación y muchas instituciones incorporan al paciente en las reuniones preoperatorias. Esto también es consistente con los hallazgos de Clarke y col. [7], en relación a que el paciente y la enfermera brindan una defensa efectiva contra los eventos quirúrgicos adversos.

Está claro que los eventos quirúrgicos adversos pueden ocurrir en virtualmente cualquier especialidad en donde se realicen procedimientos invasivos y que todas las partes de la anatomía son vulnerables a los mismos; por lo tanto, es difícil predecir cuándo y dónde dichos eventos adversos ocurrirán. También es difícil predecir esos eventos, porque nuestro conocimiento de los eventos adversos quirúrgicos depende de los reportes, los que pueden no representar la tasa verdadera.

Los datos en relación con el número de eventos quirúrgicos adversos requieren que aquellos que trabajan en el ámbito quirúrgico reporten los incidentes al gerente de seguridad y que éste los reporte al National Center for Patient Safety de la VHA. Aunque ha habido mas de 400.000 reportes de todos los tipos de eventos y casi-eventos adversos al National Center for Patient Safety de la VHA, los autores saben que no todos los incidentes son reportados. Por lo tanto, es difícil determinar si las diferencias vistas en los eventos adversos por especialidad, a lo largo del tiempo son debidos a la variabilidad en el grado de reportes por especialidad o durante diferentes períodos de tiempo. También es importante señalar que este estudio incluye reportes hasta mediados de 2006; los autores planifican realizar un reporte de seguimiento con datos recientes que reflejarán intervenciones adicionales y cambios en el sistema.

La mayoría de los eventos reportados ocasionan poca o ninguna lesión. Sin embargo, los casos de neumonología y los casos de lado equivocado estuvieron más probablemente relacionados con el daño. En dos casos, pacientes con pobre reserva pulmonar recibieron una toracocentesis del lado equivocado, resultando en un deterioro cardiopulmonar agudo.

Los casos descritos en este estudio estuvieron limitados a aquellos reportados. Los autores saben que sus datos no abarcan todos los eventos adversos por cirugía incorrecta en la VHA porque ello requeriría el 100% de reportes de eventos y casi-eventos adversos, lo que no ha sido alcanzado. También es posible que los eventos fuera del quirófano hayan sido más sub-reportados porque pudieron haber sido menos obvios. Los autores creen que los reportes que describen los eventos más dañinos se aproximan más cercanamente a la verdadera incidencia que aquellos que describen eventos menos perjudiciales, pero no pueden asegurarlo. Segundo, los resultados son descriptivos. Tercero, los autores estuvieron limitados por la información contenida en los ARO y en los reportes de seguridad. Aunque algunos reportes fuero detallados, otros carecieron de la profundidad necesaria para un análisis detallado. Esos reportes deliberadamente son anónimos para proteger la confidencialidad del paciente y del reportador. Por lo tanto, no se pudo describir las características demográficas de los pacientes. A pesar de esas limitaciones, los autores consideran que este análisis de un conjunto grande y detallado de datos de reportes, es una descripción razonable de la situación actual y puede brindar entendimiento para aquellos dentro y fuera de la VHA que buscan prevenir los eventos adversos por cirugía incorrecta.

Conclusiones

Los eventos y casi-eventos adversos relacionados con los procedimientos quirúrgicos continúan ocurriendo. En la VHA, los reportes de eventos adversos dentro y fuera de la sala de operaciones han sido aproximadamente iguales. Esto indica que los eventos reportados en ambientes fuera del quirófano pueden haber sido sub-apreciados en estudios previos.

Los procedimientos en momentos de recambio, por sí solos, no han sido suficientes para prevenir procedimientos quirúrgicos e invasivos incorrectos [5,7]. Los autores abogan por una comunicación temprana mejorada basada en los principios del manejo de los recursos de una tripulación [22]. A través de este examen inicial, se exploraron los tipos de eventos y las especialidades que se enfrentan con los cambios más grandes, basado en los datos reportados. Los casos de oftalmología, ortopedia, neumonología y radiología invasiva (con particular atención a los temas que involucran implante correcto y verificación del paciente) representan áreas de la mayor utilidad para las acciones correctivas. Es importante reconocer que los eventos quirúrgicos adversos fueron reportados para numerosas especialidades y en escenarios fuera del quirófano. Los autores continuarán promoviendo una comunicación temprana y efectiva para prevenir los eventos adversos quirúrgicos e invasivos.

♦ Comentario y resumen objetivo: Dr. Rodolfo D. Altrudi

martes, 5 de octubre de 2010

Colegio Médico Regional señala que son muy pocos los casos de médicos que no cumplen el control horarioed under: Sin categoría
Luego de publicado en diversos medios de comunicación el reportaje que denuncia la falta de cumplimiento del horario de una cantidad mínima de médicos de hospitales en la región Metropolitana, el Colegio Médico lanzó una alerta de advertir que dichos casos son sólo una minoría en relación a la mayoría de médicos que si se rigen bajo los sistemas de control horario.
De hecho, en la región de Coquimbo, las medidas de control tanto de cumplimiento de actividades como de horario de los profesionales médicos se cumplen en su mayoría cabalmente.
El Dr. Jaime Bastidas, Presidente Regional de Colegio Médico de Chile, señala que “para el Colegio Médico su gran misión es velar por la profesión y los profesionales. Por esto, el hecho que hayan algunos médicos que no cumplan con su horario, sitúan la peor propaganda para nuestro gremio, por lo que el llamado que hacemos es que se rijan por los sistemas que existen actualmente en el control horario y que lo respeten, aunque la gran mayoría así lo efectúa”. El Colegio Médico no defenderá a los profesionales que no cumplan con sus horarios o actividades programadas.
En ese sentido, para la Orden Gremial son relevantes los entes fiscalizadores de los Hospitales, quienes son mayoritariamente los Jefes de Servicio y quienes deben cumplir su importante labor, aplicando medidas disciplinarias a los pocos médicos que no quieran seguir el control horario.
“Durante los últimos 20 años ha habido un esfuerzo por mejorar las remuneraciones en el sistema público, por lo que no pueden existir profesionales que se escuden en que no cumplen el horario por bajas remuneraciones u otra excusa, ya que si un médico considera que el salario hospitalario no es adecuado, entonces debería renunciar. No corresponde dejar de realizar las labores asignadas, ya que está cumpliendo un rol de relevancia para la salud de las personas” enfatiza el Presidente Regional de la Orden.
Por esto, el Colegio Médico Regional reitera el llamado a respetar con los diversos sistemas de control horario, considerando que frente a la opinión pública, es muy dañino que se cuestione la imagen de todos los médicos, teniendo en cuenta que no por una minoría se debe estigmatizar negativamente a la mayoría de los profesionales quienes día a día cumplen una importante y valorada labor en los hospitales para la comunidad.

lunes, 4 de octubre de 2010

Que pasa con la opinion de los medicos del Huap ?

Ante la serie de ataques , acusaciones, campañas de desprestigios contra los medicos de los hospitales,nos hemos quedado de brazos cruzados y como dicen que el que calla otorga,sera que todos los medicos caemos en esta categoria o sera que nuestros representantes tienen miedo de poner ruido en el Sistema o le estaran preguntando al Ministro ¿Que hacer?

Médicos sin control... y desconsiderados

Médicos sin control... y desconsiderados

Moisés Russo
Bioética y Salud

29/9/2010

"Todo médico permitirá a un colega diezmar una población entera antes que violar el vínculo de la etiqueta profesional delatándolo"

George Bernard Shaw



El título profesional es algo que apreciamos por más razones que por los ingresos monetarios que nos puede reportar (sin desmerecer su importancia). Una profesión nos entrega estatus social y reconocimiento, y nos hace acreedores de una confianza implícita de la ciudadanía en nuestras aptitudes para manejar un cierto monopolio sobre las acciones propias de la profesión. Esto se basa principalmente en que una profesión es desde su origen una "promesa pública" de dedicación al bien común o al bien público. En el caso de la medicina, la promesa ubica el interés del paciente ( destinatario de sus acciones ) por sobre el interés personal del que ejerce el servicio.

Recientemente se ha publicado un excelente reportaje que detalla cómo múltiples profesionales médicos violan en forma sistemática sus contratos laborales produciendo un daño gravísimo tanto a quienes quedan sin atención médica por mera desidia como a la estructura y funcionamiento de nuestro sistema de salud público que resulta innecesariamente sobrecargado.

¿Puede decirse que estos médicos actúan en forma profesional? La respuesta, como toda la ciudadanía se ha dado cuenta, es no. No hay que confundir el ideal de hacer el bien público, que genera el contrato social que permite que la ciudadanía entregue a los médicos la posición que tienen, con esperar de los médicos una actitud caritativa constante o de altruismo empedernido. Sin embargo, las flagrantes violaciones a la confianza ciudadana por estos profesionales son claras muestras de que algo esta mal en nuestra profesión. Lo invito a leer el reportaje: un cauteloso relato de una de las formas en que los médicos contribuimos a socavar la confianza que esperamos que la sociedad nos tenga. La labor médica, por lo demás, solamente es posible cuando la sociedad confía en nosotros.

Lamentables también son las declaraciones del Colegio Médico con respecto al incidente. Al parecer no hubo el escándalo que la ciudadanía, justamente, esperaba. Las inmediatas declaraciones del presidente de nuestra orden indicando que "la gente debe tener claro que esta denuncia se trata de casos aislados y no hay que generalizarlo a los 15 mil médicos que trabajan en el sistema público, quienes cumplen sus funciones con gran compromiso" suenan más a defensa corporativa que a un genuino interés por investigar y resolver un problema gravísimo en nuestro sistema de salud. La conducta admirable de quienes trabajan en forma comprometida en el sistema público de salud en nada disminuye la falta de los otros profesioanales.

Aún más lamentable es que el Colegio Médico considere que los médicos no podemos ser controlados mediante los sistemas que se utilizan con el resto de los profesionales de la salud. La idea de que nuestra profesión requiere tal flexibilidad que ningún médico puede cumplir horario por reloj es absolutamente ridícula, y sería mejor acompañarla de una propuesta que contribuyera a resolver este problema si queremos que la población confíe en que somos parte de la solución. Podemos dejar de lado los mecanismos de control cuando nuestras autoridades y pacientes puedan nuevamente estar seguros que no sacamos provecho inadecuado de este privilegio. Este tipo de respuestas hace a la ciudadanía cuestionar si la "tuición ética" que piden los colegios profesionales tiene algún significado (yo personalmente no soy miembro del Colegio Médico).

Ahora bien, quizás es tema de otro blog discutir si las remuneraciones son justas o no. Personalmente me parece que un sueldo de 300.000 pesos para un profesional con 10 años de estudios es irreal, y contribuye al poco compromiso con el sistema. Esto, en todo caso, no justifica la conducta comentada en el reportaje. La participación de médicos en el sistema de salud debe ser con el compromiso debido, o nos debemos abstener de participar. El problema de participar a medias tintas es que se hace imposible para los administradores del sistema determinar cuáles son las reales carencias. ¿Cuántos especialistas nos faltan? ¿Qué sueldo significa que un médico vea 16 pacientes en una mañana en vez de 2? ¿Es más efectivo implementar un nuevo pabellón o contratar más cirujanos? ¿Será necesario licitar más servicios y días/cama a privados? ¿Me conviene más tener a un especialista contratado 22 horas, o pagarle a un especialista externo por cada paciente que le envío? Ninguna de estas preguntas es posible de contestar si los profesionales que tenemos en papel tienen un rendimiento inferior que el esperado de ellos.

Finalmente, quizás porque aún me quedan 30 años de ejercer la profesión, quiero destacar el grado de desconsideración de estos profesionales con las personas que estamos en el inicio de nuestras carreras. La posibilidad de que nosotros tengamos los beneficios, estatus y reconocimiento que ellos han podido gozar depende de la confianza que nos tenga la ciudadanía. Las repercusiones, mecanismos de control y judicialización de la medicina son un legado que se deja de una generación de médicos a la siguiente. Es una falta de respeto a nosotros, sus colegas, la conducta descrita en el reportaje. Es un defecto de nuestro gremio que la defensa corporativa sea algo por lo que se nos reconozca. La cita en el epígrafe es un estigma que nos corresponde a las nuevas generaciones de médicos borrar.

Escándalo médico: gremio se opone a uso de sistema de control horario en hospitales

Escándalo médico: gremio se opone a uso de sistema de control horario en hospitales

Distintos expertos consultados proponen que se use un reloj biométrico para el control horario.
por Ana María Morales y Thea Fernández



La mayoría de los médicos que trabajan en los consultorios utiliza un reloj control que lleva registro de su jornada laboral. Ese es un sistema que algunos expertos proponen como solución para enfrentar el problema de incumplimiento, por parte de algunos profesionales, de su horario en los hospitales públicos.

Una investigación, realizada por Ciper Chile y publicada en la Revista Qué Pasa, siguió durante un año a doctores de cinco hospitales de Santiago, comprobando que no llegan a la hora a trabajar, se van antes de que termine su jornada y que, en algunos casos, adulteran los libros de registro de ingreso y salida. También que salen del hospital a atender pacientes privados en horario de servicio, entre otras irregularidades.

Uno de los que propone el uso del reloj control es el ex ministro de Salud Pedro García. "Este es un tema que está demasiado repetido y tiene que resolverse. El uso de un sistema moderno biométrico no es incompatible con la flexibilidad horaria. Por ejemplo, cuando un cirujano opera y la intervención dura más tiempo de su horario de trabajo, esas horas se pueden descontar de otro día de la semana".

No obstante, esta es una medida resistida por el Colegio Médico. "Los sistemas rígidos de control horario no son los más adecuados", dijo su presidente Pablo Rodríguez. Agregó que "nuestra actividad, por su naturaleza, requiere un cierto grado de flexibilidad. Los médicos muchas veces deben prolongar su jornada para atender pacientes complejos o cirugías que se extienden más allá de lo programado".

Rodríguez insistió en que "esta denuncia se trata de casos aislados y no hay que generalizarlo a los 15 mil médicos que trabajan en el sistema público".

Esta no es la primera vez que se denuncia un hecho de esta naturaleza. La Contraloría ha advertido del incumplimiento horario de los médicos en dos oportunidades, la última el 2009, y pese a ello, la situación persiste.

Al respecto, Pedro García, indicó que se trata de un círculo vicioso: "nadie se va exponer a enfrentarse con un médico, sobre todo cuando tiene un buen perfil técnico. Cuando yo lo quise hacer, siendo director del Servicio de Salud Oriente, tuve mucha resistencia".

Lo grave, a juicio de la ex autoridad, es que el sistema de salud deja de realizar 2,7 millones de consultas por baja productividad, según datos calculados con la información disponible al 2008. "Yo soy un convencido de que la gran mayoría de los médicos cumplen e incluso en exceso, pero no tiene cómo demostrarlo. Por lo tanto, el reloj control también es algo que defiende a la clase médica. Por eso no entiendo que se opongan a una medida como esta", afirmó García.

El ex subsecretario de Salud Antonio Infante dijo que en "la atención municipal todos los médicos marcan reloj control y no hay ningún problema. Veo muchos más síntomas de desapego con la función pública. El alma de los médicos de hoy no está en el sistema público".

El presidente interino de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, Marco Antonio Núñez, indicó que se evalúa crear una comisión investigadora en este tema, para lo cual citarán al ministro de Salud, Jaime Mañalich.

Ministro de Salud afirma que operativo de rescate de mineros durará mínimo dos días



Ministro de Salud afirma que operativo de rescate de mineros durará mínimo dos días
04/Octubre/2010 - 11:55

El ministro de Salud, Jaime Mañalich, afirmó este lunes que el operativo total de rescate de los 33 mineros atrapados en el yacimiento San José, en Copiapó, demorará mínimo dos días, porque cada minero debería aparecer en la superficie cada 60 minutos, explicó.

Mañalich expresó que tras la salida los mineros serán trasladados a un hospital de campaña en el mismo yacimiento, para recibir los primeros sueros y otros elementos médicos y allí permanecerán cuatro a seis horas, donde serán saludados por sus familiares más cercanos, para luego ser llevados al hospital de Copiapó, donde estarán dos días como mínimo.

La autoridad sostuvo que antes del rescate bajarán dos rescatistas, uno enfermero y otro minero, quienes estarán abajo hasta que el último de los mineros suba.

El primer grupo de mineros que subirá, serán los que se estima estén más estrenados, sin crisis de pánico y capaces de manejar cualquier dificultad; enseguida subirán los que requieran más oxígeno, como los de mayor edad. Y en el tercer grupo, los mineros que están más fuertes.