viernes, 17 de abril de 2009

Lifting

Lifting

Una francesa se lo hace estirar todo: la nariz, la piel de la cara,

etc...

>

Finalmente, el cirujano le pregunta:
- ¿Desea la señora algo más?
- Si. Quisiera tener los ojos más grandes y expresivos.

- Nada más fácil, señora. Enfermera: traiga la cuenta, por favor.

¿No les suena conocido ??

Nombre : Miguel Puxant
Institución : Hospital San Juan de Dios
Comentarios :
Paciente clásico

Dicen que un día en el hospital habían faltadovarios médicos porque estaban enfermos y la guardia quedaba descubierta.

El jefe de guardia no sabía cómo solucionarlo. En eso se aparece Jesús y le dice: - Tu has salvado muchas vidas, voy a

retribuírtelo. Yo me quedaré en la guardia en reemplazo de los médicos enfermos.

El jefe de guardia no lo podía creer ¡Tener a Jesús como médico! Inmediatamente, un brutal accidente ocurre en la puerta del

hospital: un hombre fue atropellado violentamente por un autobus y luego

el vehículo le pasó por encima.

Destrozado y herido de muerte lo ingresan al hospital. Jesús ve que el

hombre no tiene posibilidad de sobrevivir entonces piensa "tendré que recurrir a un milagro". Posa sobre el hombre sus dos manos y, como había hecho con Lázaro, le dice: Levántate y anda" El hombre absolutamente sano sale del hospital.

La gente y sus familiares afuera no lo pueden creer. Todos habían visto el accidente. Entonces le preguntan: - ¿Qué te hicieron? El hombre responde:

- ¡Como siempre! En este hospital de mierda, NADA!!!! ni una radiografía.

Yo

¿Que sera ?

Nombre : Dr. Carlos Fariña
Institución : Hospital de Urgencia de la Asistencia Pública
Comentarios :
Un hipocondríaco va al médico y le pregunta: Doctor, mi mujer me traicionó hace una semana y aún no me han salido los cuernos.

¿Será falta de calcio?

Prólogo del Libro "La Dignidad Humana en el Proceso Salud-Enfermedad"

Prólogo del Libro "La Dignidad Humana en el Proceso Salud-Enfermedad"


Autor: Dr. Juan Mendoza-Vega.
Filiación: Presidente del Tribunal Nacional de Ética Médica, Colombia. Profesor Titular y Emérito, Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario, Facultad de Medicina, miembro del Instituto Colombiano de Estudios Bioéticos (ICEB). Presidente Fundación Pro Derecho a Morir Dignamente, (DMD) Colombia. Vicepresidente, World Federation of Right to Die Societies.
Resumen

Lo que se publica a continuación es el prólogo del libro "La Dignidad Humana en el Proceso Salud-Enfermedad", cuya autora es la Dra. Rocío Gómez Gallego, Médica Pediatra de la Universidad de Antioquia, Magister en Filosofía con énfasis en Ética de la Universidad Pontificia Bolivariana, docente universitaria y Magistrada del Tribunal de Ética Médica de Antioquia, Colombia. Publicado en 2008 por Editorial Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia (2008).
Reflexiones con mucho fundamento

En este decenio inicial del Tercer Milenio de Occidente, uno de los motivos de reflexión y preocupación para los médicos y para todas las personas que analizan la realidad de nuestra vida y los entornos sociales en los que se desarrolla, es el de la humanización del ejercicio de la que ha sido llamada “la más intensamente moral de las profesiones”.

En algunos casos, ese análisis no se limita a señalar las fallas con sus causas o raíces, sino entra a proponer soluciones que devuelvan al ser humano su sitio central y enfoquen de nuevo sobre él las miradas, no en cuanto conjunto de órganos o simple sitio donde existe la enfermedad, sino en su condición de ente hipercomplejo cuyas múltiples reacciones son otros tantos factores que influyen sobre la respuesta a las medidas terapéuticas y que, para mayor dificultad, está dotado de lenguaje y tiene la capacidad de sufrir. Este libro es buen ejemplo de esa laudable manera de trabajar tan trascendentales temas.

Desde el título, la doctora Rocío Gómez Gallego propone como eje de sus cogitaciones la dignidad del ser humano. Ella, pediatra de experiencia, interesada en todo aquello que pueda hacer mejor su contacto y su ayuda a los enfermos que se ponen en sus manos, se apoya en la historia de la Medicina, en la filosofía, en las ciencias sociales y por supuesto en su excelente juicio para decir que los paradigmas que nos han servido para regir nuestra conducta médica en los últimos trescientos años, no sólo han llevado a la deshumanización progresiva de esa conducta sino se muestran ya insuficientes y deben reemplazarse por otros que se ajusten mejor a lo que merece el ser humano en medio del acervo inmenso de conocimientos y de la abundante tecnología heredada del siglo XX pero que sigue creciendo, al parecer sin freno visible.

Uno de los cambios urgentes, sin duda, es el de la definición de salud. Para reemplazar la que hace más de cincuenta años ideó la Organización Mundial de la Salud (OMS), se necesita una que tenga en cuenta de mejor modo la influencia de los ambientes y que sea aplicable a cada una de las “escalas de magnitud” en que es posible analizar al ser humano, pues bien se sabe hoy que desde las moléculas hasta las naciones y el globo terráqueo entero, todo se refleja en eso que llamamos ser humano saludable. Desde 1999 vengo proponiendo que se vea la salud como un “fractal abstracto” y que con tal base la definición sea ésta:

Salud es un estado vital, dinámico y complejo, caracterizado por adecuado funcionamiento interno y relación armónica con el ambiente.

Es claro que tal definición puede aplicarse a los organelos celulares como a la célula, el órgano, los sistemas orgánicos, el individuo, la familia, la sociedad, la nación y el mundo, señalando en cada caso la exigencia intrínseca y las múltiples influencias extrínsecas, según el orden de magnitud respectivo; se aclara así además que la salud no es una propiedad sino un estado, que se predica sólo de los seres dotados de vida y que es siempre cambiante dentro de la complejidad.

Como he dicho, acude la autora a la historia de la Medicina para mostrar cómo los paradigmas surgidos en el Renacimiento, anatomopatológico, anatomoclínico, fisiopatológico, etiopatológico, los mismos que yo llamo mentalidades médicas, contribuyeron a despersonalizar y, en consecuencia, deshumanizar a la persona enferma, con las lamentables consecuencias que se hicieron evidentes en la segunda mitad del siglo pasado y llevaron a aceptar con rapidez el novedoso concepto de Bioética para aplicarlo especialmente en nuestro quehacer profesional, con el surgimiento de una nueva mentalidad o si se quiere paradigma, antropológico en esencia y antropocéntrico en forma, que sin duda parece más ajustado a la dignidad de los seres humanos y a la calidad de los actos médicos.

Introduce también el asunto de los derechos humanos porque considera que la salud hace parte de ellos, tanto en lo que se refiere a las obligaciones de los Estados como a las de las personas, entre éstas la obligación del auto-cuidado, que debería ser materia importante en la instrucción y educación de las generaciones jóvenes.

Y de manera especialmente atrayente para quien esta página escribe, que se precia de “padecer la concupiscencia de la palabra” y venir trabajando con ella, con el lenguaje, desde hace más de medio siglo, la doctora Gómez Gallego dedica sesudos capítulos a la estrecha relación trascendental entre lenguaje, salud y acto médico, para concordar con Jacques Lacan en que la palabra conserva siempre un valor especial, aún cuando se la lleva al extremo de su desgaste para negar la evidencia o engañar voluntariamente, porque “sólo a través de la palabra es posible fundar una sociedad humana” y por medio de ella se es responsable, digno y capaz de dar testimonio de uno mismo.

La propuesta central de la obra es construir un modelo nuevo en el cual el compromiso de los profesionales pase “de la enfermedad a la vida”, se articule en torno a la vida humana como máximo valor y se genere así “una cultura sanitaria diferente, nuevos profesionales y ciudadanos que como personas humanas construyan sus prácticas con otras actitudes frente a la vida, a la sociedad, a la cultura, al conocimiento”. Ambiciosa idea, por supuesto, pero congruente con el empuje vital de esta mujer y con sus convicciones, con su visión de un médico que atiende a su enfermo de manera acorde con la dignidad humana de los dos, y por consiguiente, con las exigencias de la ética, que no riñen con las de la ciencia, la tecnología y los conocimientos, aplicados al ser humano, como servidores pero, jamás como dioses para adorar o dueños-tiranos para temer y obedecer a ciegas.

En la nueva sociedad resultante, el cuidado de la salud se alejará de las tentaciones y transgresiones que implica y facilita el tener esos cuidados como bienes de un mercado irregular, que solamente recibe quien los puede comprar al precio que quieran ponerle los dueños de ese mercado, pero están fuera del alcance de quienes precisamente más los necesitan, que son los desposeídos, los pobres, los menos instruidos y ayunos de cultura, porque son ellos quienes peores condiciones de vida soportan y más amenazas a su vida y salud deben enfrentar. Colombia, como otros países de América Latina, ha comprobado por triste experiencia directa de estos años recientes los peligros inherentes a la comercialización de la salud; por eso, discusiones sobre el tema y sugerencias para superarlo no nos parecen bizantinismos sino bienvenidos intentos para superar un problema demasiado real que nos agobia.

Apoyada en doscientas noventa y ocho citaciones bibliográficas cuidadosamente elegidas en la literatura tanto colombiana como mundial por su pertinencia, las reflexiones de la doctora Rocío Gómez Gallego merecen sitio destacado entre los libros importantes para los médicos, para los formadores de nuevos médicos, para quienes tienen la responsabilidad de legislar en asuntos de salud y para quienes vigilan el recto ejercicio de nuestra profesión. Las lecciones que de aquí se derivan, pueden, si sabemos ajustarnos a su espíritu, llevarnos hacia un futuro en el cual todos los seres humanos, sin discriminaciones ni injusticias, podamos ejercer el derecho a la salud y a las acciones y cuidados necesarios para fomentarla, defenderla y recuperarla, según las necesidades.

Consecuencias del Calentamiento Global. EnEnfermedades Emergentes, Reemergentes y Bioseguridad

Consecuencias del Calentamiento Global. Enfermedades Emergentes, Reemergentes y Bioseguridad


Autora: Dra. Julia Verdera Hernández. Centro Nacional de Seguridad Biológica, Cuba.
Resumen

Introducción

En la actualidad, el efecto del calentamiento global sobre todos los sistemas del planeta Tierra es motivo de gran preocupación. En los seres humanos, este fenómeno se ha asociado a la emergencia de nuevas enfermedades y a la reemergencia de algunas que parecían erradicadas. Es necesario que los laboratorios y centros de salud se preparen para enfrentar estas enfermedades infecciosas y refuercen sus medidas de Bioseguridad.

Los datos científicos más recientes confirman que el clima de la Tierra está cambiando en forma muy rápida: las temperaturas globales aumentaron casi 1 grado Fahrenheit en el último siglo y probablemente aumenten con mayor rapidez en las próximas décadas, a causa de la presencia de una capa contaminante de dióxido de carbono, cada vez más densa, que proviene principalmente de las plantas generadoras de energía y los automóviles, y atrapa el calor en la atmósfera. El cambio del patrón del clima genera una serie de fenómenos que producen efectos perjudiciales en la salud humana (Fig. 1).
Figura 1. Consecuencias del cambio en el patrón climático mundial
Figura 1. Consecuencias del cambio en el patrón climático mundial


Señales actuales de advertencia de cambios climáticos

* En la mayor parte de los Estados Unidos la temperatura ha aumentado, en algunas áreas hasta 4 grados Fahrenheit.
* Desde 1980 la Tierra ha registrado 19 de sus años más calurosos; 1998 fue el más cálido y los años 2002 y 2003 ocuparon el segundo y tercer lugar. Los últimos tres períodos de cinco años son los más cálidos registrados.
* A fines de la década de 1990, muchos lugares de América del Norte registraron sus temporadas o días más cálidos.
* Entre 1998 y 2002 las condiciones secas produjeron los peores fuegos arrasadores en 50 años, en los estados occidentales de los Estados Unidos.
* Entre 1999 y 2002 se produjo una de las tres sequías más extensas de los últimos 40 años; entre abril y julio de 1999 ocurrió el período de cuatro meses más seco registrado en 105 años.
* En 2002, Montana, Colorado y Kansas experimentaron intensas tormentas de polvo como resultado de las condiciones secas.
* Durante el verano de 2002, intensas inundaciones causaron daños por cientos de millones de dólares en los estados de Texas, Montana y Dakota del Norte.
* Según estudios realizados en 2005, el huracán Katrina fue el resultado de una tendencia a la generación de tormentas más intensas debido a la mayor temperatura del Océano Atlántico.
* Las temperaturas más cálidas aumentan la energía del sistema climático y producen lluvias más intensas en algunas épocas y en ciertas áreas, lo que, unido al aumento en la evaporación en el verano, también aumenta la probabilidad de sequías.


Lo anterior trae como consecuencias olas de calor mortales, mayor propagación de enfermedades y agravamiento de los problemas locales de calidad del aire, que ya afligen a más de 80 millones de estadounidenses. Al cambiar las temperaturas, animales, insectos y plantas invaden el territorio habitado por otras especies y junto con ellos migran enfermedades que imponen un alto costo económico; por ejemplo, las garrapatas que transmiten la enfermedad de Lyme y la encefalitis viral se han difundido hacia el norte de Suecia y se encuentran en altitudes mayores en la República Checa; asimismo, el desplazamiento de los mosquitos hacia el norte ha desplazado también al paludismo, el dengue, la fiebre amarilla y el virus del Nilo occidental. Según un informe del Ministerio de Salud de Kenya del 24 de noviembre de 2006, en ese país hay 20 millones de personas con riesgo de paludismo debido al cambio climático. Finalmente, un cambio de temperatura de varios grados puede hacer que las zonas templadas se hagan más acogedoras para la malaria, mientras que las áreas tropicales se podrían volver menos hospitalarias para algunas enfermedades; por lo tanto, existe riesgo de que se introduzcan, o se vuelvan a introducir, enfermedades tropicales que ya estaban libres o en áreas nuevas, con efectos mucho más graves.

Los cambios climáticos y de hábitat hacen que las enfermedades emergentes y reemergentes se conviertan en un problema global, dado que las poblaciones urbanas están en continuo crecimiento, aumentando las oportunidades para la transmisión de estas enfermedades tanto de persona a persona como de animales a personas, en el caso de las enfermedades zoonóticas. Muchas veces los servicios de salud pública no están equipados para lidiar con ciertos brotes infecciosos, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calculado que el calentamiento global puede estar causando la muerte de hasta 150.000 personas al año.
Enfermedades emergentes y reemergentes

Se entiende por enfermedades emergentes a aquellas cuya incidencia se ha incrementado en las últimas dos décadas, o amenaza incrementarse en el futuro próximo. Para que ocurran deben estar presentes la introducción y la transmisión.

Se entiende por enfermedades reemergentes el resurgimiento de enfermedades que habían sido aparentemente erradicadas o cuya incidencia había disminuido; es decir, aquellas enfermedades infecciosas conocidas que, después de dejar de constituir un problema de salud pública, aparecen nuevamente, cobrando proporciones epidémicas.

Es fundamental prestar la máxima atención y prioridad posible, a nivel mundial, a la puesta en práctica de programas de Bioseguridad, ante la posible aparición de enfermedades emergentes y reemergentes producidas por el calentamiento global y los cambios climáticos (Tabla I).
Tabla I. Enfermedades emergentes y reemergentes
Tabla I. Enfermedades emergentes y reemergentes

La Asamblea Mundial de la Salud, en su sesión 58, del año 2005, consideró que:

* La contención de agentes y toxinas microbiológicos en los laboratorios es fundamental para prevenir los brotes de enfermedades emergentes y reemergentes.
* La labor de la OMS en la promoción de la Bioseguridad en el laboratorio es fundamental con el fin de gestionar el riesgo.
* Varios estados miembros cuentan con sistemas de control y directrices eficaces en materia de prácticas de laboratorio.
* Es posible que algunos estados miembros no dispongan de controles eficaces de Bioseguridad.
* El enfoque integrado de Bioseguridad en el laboratorio, que incluya la contención de los agentes y toxinas microbiológicos, es fundamental para promover la salud pública mundial.


Dicha Asamblea dictó las siguientes recomendaciones a los países:

1. Que revisen la seguridad de sus laboratorios y los protocolos con que cuentan para la manipulación, en condiciones de seguridad de agentes y toxinas microbiológicos, de acuerdo con las orientaciones de la OMS en materia de Bioseguridad.
2. Que apliquen programas específicos, acordes con las orientaciones de la OMS en la materia, para promover las prácticas de Bioseguridad en el laboratorio para la manipulación y el transporte seguros, incluida la contención de los agentes y toxinas microbiológicos.
3. Que elaboren planes nacionales de preparación y reforzamiento del cumplimiento de las directrices de Bioseguridad por parte de los laboratorios, tanto a nivel de administración pública, universidades y centros de investigación como en el sector privado, especialmente los que manejan agentes y toxinas microbiológicos muy virulentos.
4. Que movilicen recursos humanos y financieros nacionales e internacionales para mejorar la Bioseguridad en los laboratorios, incluida la contención de los agentes y toxinas microbiológicos, con el fin de reducir al mínimo la posibilidad de que se produzcan infecciones adquiridas en el laboratorio y la propagación de ellas hacia la comunidad.
5. Que cooperen con otros Estados Miembros para facilitar el acceso a equipamiento de Bioseguridad en el laboratorio, incluidos los equipos de protección personal y dispositivos de contención, para prevenir y controlar las infecciones contraídas en el laboratorio.
6. Que alienten la elaboración de programas de capacitación en Bioseguridad y normas de competencia para los trabajadores de laboratorio, con el fin de aumentar el conocimiento de las cuestiones relativas a prácticas de laboratorio seguras.


“El cambio climático está perturbando los ecosistemas naturales, de manera que se propician las condiciones para las enfermedades infecciosas; por lo tanto, el problema del cambio climático no sólo implica un planeta más caliente, sino también, un mundo más enfermo”.
Referencias

1. 58 Asamblea Mundial de La Salud, Novena sesión plenaria, 25 de mayo de 2005.
2. Brandling Bennett AD, Pinheiro F. Infectious diseases in Latin America and the Caribbean: are they really emerging and increasing? Washington, DC: Emerging Infections Diseases 1990;2(1):59-61.
3. Carmen L y cols: Enfermedades emergentes y reemergentes: factores causales y vigilancia. Rev Cubana Med Gen Integr 2000;16(6):593-7.
4. Emerging infections. Microbial threats to health in the Unites States. Washington, DC: National Academy, 1992.
5. Emerging and re-emerging infections diseases: who responds to a global threat? Washington, DC: OPS,1994; (4):26-37.
6. Programa de enfermedades transmisibles, enfermedades infecciosas nuevas, emergentes y reemergentes. Washington, DC: OPS,1995; 16(13):1-7.
7. Regional plan of action for combating new emerging and reemerging infections diseases in the Americas. Washington, DC: PAHO, 1995; (5):14-5.

Visión Antropológica del Médico Chileno Contemporáneo

Visión Antropológica del Médico Chileno Contemporáneo

Autor: Profesor Carlos Gómez Díaz.
Filiación: Licenciado en Antropologia Social, Universidad de Chile; Doctor in Philosophy, The University of Liverpool, United Kingdom.
Resumen

Este texto completo es la transcripción editada y revisada de la conferencia dictada en reunión clínica del Departamento de Medicina, Hospital Clínico Universidad de Chile. La publicación de estas actas ha sido posible gracias a una colaboración editorial entre Medwave y el Departamento de Medicina del Hospital Clínico Universidad de Chile. El director del Departamento de Medicina es el Dr. Alejandro Cotera.
Introducción

La primera observación que se puede hacer sobre los médicos chilenos es que tienen muy arraigada la costumbre de hacerse llamar Doctor, cuando en realidad la mayoría de ellos no posee ese grado académico, sino el de Licenciado en Ciencias Médicas. La segunda observación corresponde a la visión antropológica propiamente tal, que se desarrollará a continuación.

Todo el mundo cree que el médico se reconoce fácilmente y que es una entidad bien definida, pero si se analiza más a fondo se puede ver que en realidad no existe El Médico, sino que existen los médicos, que participan en la Medicina en la medida de sus posibilidades y siempre en forma limitada. A nivel individual el médico no existe en sí mismo, sino que surge en la relación que establece con otro, en la medida en que ese otro lo define como tal, lo cual no puede ocurrir en cualquier lugar, sino dentro de un marco interpretativo. Si un médico chileno fuera a Nueva Guinea dejaría de ser médico y pasaría a ser un chamán o un experto en el manejo de los espíritus; en cambio en Chile es un médico porque está en relación con los otros en un marco interpretativo particular, el cual existe, además, en un entorno específico que determina, en parte, las características de ese profesional, por ejemplo no es lo mismo ser médico en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile que en un consultorio de La Pintana. Por lo tanto el médico no es una entidad fija, no es, sino que está siendo. Este hecho se visualiza mejor si se piensa en los grandes próceres de la Medicina chilena, como el Profesor Juan Noé, que según los mecanismos de control, castigo y evaluación del desempeño que se aplican hoy en la mayoría de nuestros organismos probablemente sería mal calificado, porque no cumplía horarios de entrada y salida ni tenía compromisos básicos que atender; o el doctor Gustavo Fricke, en cuyo honor se nombró a un hospital, quien pensaba que su misión era llevar la felicidad a los habitantes del lugar en que se desempeñaba y por ello salía con su equipo de enfermeras a recorrer las poblaciones de Viña del Mar, pero no para llevarles la salud, sino para enseñarles a vivir y ser felices. El era un médico muy diferente a algunos de hoy, que piensan más en las cuotas que tienen que pagar que en las necesidades del paciente.

Debido al complejo contexto actual y a la diversidad de individuos que ejercen esta profesión, el médico es como la estrella que está contenida dentro de la figura que se muestra a continuación: es una estrella perfecta, pero es muy difícil de visualizar y describir a primera vista (Fig. 1).
Figura 1. La estrella oculta.
Figura 1. La estrella oculta.

El médico y el tiempo

El tiempo es un concepto que se puede aplicar a los médicos en múltiples aspectos, como se verá en detalle a continuación.

El rol del médico a través del tiempo: Antes del desarrollo de la Medicina moderna en Chile, los enfermos graves se atendían en hospicios y sanatorios que estaban bajo el control de la Iglesia Católica, situación que se mantuvo hasta 1940 en algunos lugares de provincias. Por ejemplo, antes del terremoto de 1939 los médicos del servicio público iban a atender a los ancianos y enfermos que cuidaban las monjas en una iglesia de Chillán. En esos lugares el médico era un personaje subordinado, un servidor de Dios que estaba por debajo del obispo e incluso, del sacerdote o del monaguillo. Por ello algunos hospitales de Chile tienen el nombre de ilustres médicos, pero en muchos otros el nombre se ha escogido en reconocimiento a la labor eclesial en el cuidado de los enfermos desvalidos, como el hospital del Salvador.

En algún momento de la historia los médicos demostraron al resto de la humanidad que tenían cierto conocimiento que impedía que se subordinaran a otras autoridades y se hicieron cargo de los hospitales. Gran parte de la historia de la actividad médica en Chile, en el siglo XX, transcurrió en los nosocomios; esta actividad fue definida por los médicos y para los médicos y fue administrada por ellos, aunque no siempre los “equipos médicos” fueron verdaderamente participativos y todavía hoy algunos de ellos son dirigidos por un médico que maneja al resto del grupo como un padre generoso o castigador, según un modelo de patrón de hacienda; quizás muchos galenos guarden un recuerdo amargo de su época de estudiantes, del día en que fueron maltratados verbalmente por haber cometido un error con algún paciente. A diferencia de los hospicios y sanatorios, que recibían al sufriente, los hospitales se definieron para recibir al enfermo, concepto que implicaba que el individuo se sintiera enfermo y que el médico estuviera de acuerdo con ello.

Mientras la mayor parte de los médicos actuaba en el ámbito específico del hospital, algunos de ellos aportaron al escenario social el concepto de Salud Pública e incursionaron en los sistemas administrativo-políticos para desarrollar el modelo de Medicina Social, basado en el bien común, que en pocos años mejoró los índices de salud chilenos, especialmente las tasas de mortalidad y desnutrición infantil hasta niveles similares a los de países desarrollados, situación que se mantiene hasta hoy.

Sin embargo, el acelerado desarrollo tecnológico y los consecuentes cambios sociopolíticos y económicos a nivel mundial, propios de las últimas décadas del siglo XX, introdujeron en los Sistemas de Salud conceptos propios de la Economía de Mercado y aumentaron la complejidad de los organismos administrativos hasta tal punto que los médicos se vieron obligados a dejar ese campo en manos de otros profesionales, más aptos para administrar y asignar los recursos, pero con otros criterios para relacionarse con el poder y la clase política, aunque muchos médicos también incursionaron abiertamente en esos campos. A nivel individual los médicos se insertaron en este sistema con una doble condición, cumpliendo parte de su jornada de trabajo en el sistema público y otra parte en el sistema privado. Esta es la situación actual y estaría bien si no fuera porque muchos de ellos dedican a la parte privada de su actividad un excesivo número de horas, lo que probablemente deteriora sus relaciones familiares, entre otros aspectos personales.

El tiempo personal del médico: El día de todos los seres humanos tiene veinticuatro horas, pero dentro de este período las personas dejan de lado sus labores, descansan y se recrean olvidando los deberes de su profesión u oficio; en cambio para el médico es difícil conseguir esto, porque dondequiera que se encuentre la gente se entera de quién es, deja de verlo como a un ser humano y lo toma como una fuente de información o de solución para sus problemas de salud.

El tiempo de la relación médico-paciente: Cuando fue Ministro de Salud el economista Carlos Massad, en el hospital Barros Luco Trudeau se instalaron algunos programas para registrar las actividades del personal de salud y determinar el tiempo promedio que requiere cada actividad, lo que muchas veces es muy difícil de determinar, porque depende de muchos factores, entre ellos el lugar en que se está llevando a cabo dicha actividad: es diferente el tiempo en un hospital público que en una clínica privada y éstas a su vez son todas distintas, porque los criterios de rentabilidad difieren y ya se sabe que muchas veces estos criterios priman por sobre los de experiencia profesional o de calidad de la labor médica. A los estudiantes de Medicina se les enseña que deben hacer una anamnesis completa, incluyendo el nombre del paciente, pero la realidad es que muchas veces el médico no dispone de tiempo suficiente para hacer una entrevista adecuada. Por otra parte el propio paciente, aquel que define al médico como tal, tampoco tiene tiempo, quiere una curación instantánea y muchas veces se cambia continuamente de médico en pos de este objetivo.

El tiempo de la relación entre el médico y el sistema administrativo: La modernización tecnológica de los sistemas de atención de salud obliga a los médicos a ingresar los datos del paciente y de la ficha clínica, lo que en muchos lugares, especialmente del área privada, hace que dediquen más tiempo a mirar la pantalla del computador que al paciente que está detrás.

El tiempo en la formación médica: En las mallas curriculares de las escuelas de Medicina se incluye, entre otras materias, Estadística y Física, ambas en forma intensiva y con gran cantidad de contenidos que probablemente sean de muy poca utilidad para el futuro médico y le obliguen a invertir muchas horas para memorizar y lograr aprobar los correspondientes exámenes. Quizás por este motivo los estudiantes de Medicina son los que más tiempo dedican a sus estudios, al punto de que es muy difícil convivir con ellos, porque siempre están estudiando y algunos se dan como compensación horas de “relajo” tan intensas que tampoco se puede compartir con ellos en ese momento. Esto no les asegura que en el futuro van a estar exentos de ser acusados de errores médicos ni tampoco les sirve, en definitiva, para comunicarse adecuadamente con los pacientes, ya que hasta el día de hoy un porcentaje grande de la población no entiende sus explicaciones.
El médico y el espacio

El espacio médico: El médico habita dentro de una colectividad que percibe en él ciertas cualidades especiales. La primera de ellas es que tiene un especie de convenio con las fuerzas trascendentes que le permite, por ejemplo, tomar la decisión de permitir la llegada de la muerte, a través de no seguir interviniendo, decisión que recae generalmente sobre los médicos que trabajan en la unidades de cuidados intensivos (UTI), donde muchas veces deben elegir qué paciente no tratar o a cuál suspender las intervenciones, lo que acarrea toda una problemática de responsabilidad no sólo individual, sino también social, porque siempre existe la posibilidad de que su decisión se haga pública. Por lo tanto, el espacio del médico no está circunscrito al lugar en el que ejerce, sino que está definido por la colectividad en la cual se desempeña. Además, en el ecosistema médico este profesional cohabita con administradores, ingenieros comerciales y contadores auditores que le definen reglas de operación sin conocer el problema técnico, determinan los tiempos para los actos médicos, diseñan sus horarios, etc. Esto ha traído como consecuencia, por ejemplo, cambios en el uso de los quirófanos, que ahora están disponibles las 24 horas del día: las actividades no se suspenden, sino que van cambiando las personas que las realizan. Otra consecuencia es la atomización de los espacios: el diseño de la atención de los especialistas reduce a éstos a cubículos cada vez más pequeños y separados, aunque hacen esfuerzos individuales por establecer comunicación.

Vínculos con otros espacios: El médico debe desarrollar vínculos con otros profesionales y con otras actividades. Por ejemplo: se tiene que insertar en actividades públicas, como las JOCAS; debe explicar claramente a las personas lo que hace y porqué lo hace; y el desarrollo de tecnologías de apoyo le obliga a vincularse con personal de laboratorios de distinto tipo y con profesionales del área de la imagenología.

Conectividad y traslado: El médico de provincias pequeñas vive más relajado que el médico de Santiago, porque vive cerca de los hospitales y las clínicas, mientras que en la capital los tiempos de traslado son más largos y el riesgo de accidentes es mucho mayor. Por otra parte, la presión social y familiar les lleva a ejercer su profesión en múltiples lugares, incluyendo una consulta privada, lo que explica el hecho de que desarrollan sus actividades recreativas y sus relaciones afectivas dentro del mismo sistema, lo que ha dado lugar a innumerables historias, chistes y caricaturas sobre la relación entre médicos, enfermeras, arsenaleras y farmacéuticos, aunque muchas veces los vínculos que desarrollan entre ellos son normales. Finalmente, gracias a la tecnología hoy las personas pueden traer al médico a su casa de varias maneras, por ejemplo, a través de Internet o por celular, de modo que este profesional no puede evitar estar permanentemente conectado a varios sistemas.
Qué significa ser médico

El ser médico implica tres aspectos: motivación, percepción y disposición.

La motivación ha ido cambiando en el curso de la historia. El doctor Fricke quería ser médico para “servir a la humanidad” y para contribuir a la felicidad del Hombre, mientras que las enfermeras de esa época solicitaban trabajar en los hospitales sin pago alguno, solamente para servir a sus semejantes. En cambio en la actualidad la mayor parte de los egresados de Medicina tiene como principal norte ganar dinero para pagar el esfuerzo y las deudas originadas por la carrera y por la especialización.

En cuanto a la percepción que el médico tiene de los demás, la mayor parte de las veces da la impresión de que se cree superior y que maneja información que los demás no pueden entender. Así, no es raro que si un paciente se informa y exige una explicación sobre determinado punto, esgrima como argumento que él es el médico.

Finalmente está el tema de la disposición del médico: a qué está dispuesto, para dónde va, qué quiere. Algunos han llegado a ser honorables miembros de la Cámara de Diputados de la República, lo que trae al recuerdo a médicos importantes como el Presidente Salvador Allende, que como ministro de Don Juan Antonio Ríos creó el programa de salud pública que le ha dado fama y bienestar al país; sin embargo, en la actualidad lo que impulsa a los médicos a actuar en estos ámbitos no es el logro del bien público, sino el conseguir objetivos de corte político, gremial y sindical, como lo demuestra el hecho de que el sujeto no se presenta a candidato al Parlamento como un ciudadano cualquiera, sino que utiliza como respaldo sus títulos y símbolos, en forma absolutamente impropia.

Rol y posición del médico: Los ciudadanos consideran que el médico tiene como deber sanarlos, pero muchas veces esto resulta complicado; sin embargo, aún más complicado es cumplir con el deber de ayudar a bien morir, como queda en evidencia por la cantidad de gente de muy avanzada edad y portadora de Alzheimer durante años, que puebla las UTI de la ciudad. Por otra parte, los derechos de los médicos son pocos, porque debe dar prioridad al servicio a los demás. Ésa es la contradicción que aqueja al médico actual: las personas esperan que les cure sus males a cambio de la gloria eterna, pero con la gloria eterna no se puede comprar comida ni pagar colegios, de modo que el sistema le ha puesto valor a todos los actos médicos y para muchas personas estos valores son excesivos. La posición del médico actual es de alta valoración social, por lo tanto tiene que tener elementos que la confirmen, como ropa de marca y autos caros; de hecho muchos de los jóvenes catalogados como “inteligentes” estudian Medicina para cambiar de posición social o para ganar dinero, prestigio y fama, privilegiando la movilidad social por sobre el cumplimiento de algún rol.
El médico y sus vínculos

El médico debe enfrentar cambios en sus vínculos con la administración, con los sistemas derivados de ésta, con los ciudadanos y con los pacientes.

Los médicos son un problema para la administración, porque son como los artistas principales de un espectáculo, difíciles de manejar. En el actual modelo administrativo se maneja a los médicos con bonos y premios: por una parte, el empleador sabe que si a un médico los premios no le parecen adecuados se puede ir a otro lugar donde le ofrezcan algo mejor; pero por otra parte, el empleador espera que el médico respete las normas establecidas en su institución o centro de salud, ya que estas normas están pensadas para obtener el máximo rendimiento y eficacia de cada profesional.

El problema es que el acceso a estos sistemas de atención es difícil de entender para los ciudadanos comunes y corrientes, que muchas veces no perciben o no comprenden las barreras que se interponen entre ellos y los médicos que laboran en estos sistemas. Por ejemplo, piensan que un médico puede salir sin problemas desde cualquier lugar en que esté hacia la calle para atender una “emergencia” y no saben que esa salida podría ser catalogada por el empleador como abandono del puesto de trabajo y ser causal de sanción o despido, muchas veces por los reclamos de las propias personas que están siendo atendidas por el médico en ese momento. Tampoco saben que se ha desarrollado un sistema mucho más rápido y eficiente para atender a las personas que sufren accidentes graves en la vía pública, que es el Servicio de Atención Metropolitano de Urgencia y no piensan en llamarlo: lo único que ven es que el médico que está adentro “no quiere” salir. Este tipo de situaciones, en las cuales influyen muchos otros factores, ahonda la sensación de falta de relación directa entre el profesional y la ciudadanía.

Los pacientes también han ido cambiando en el tiempo. Hay cambios en la nacionalidad debido a la gran cantidad de inmigrantes, especialmente en las ciudades del norte de Chile, lo que implica un cambio en las enfermedades, por ejemplo, la emergencia de enfermedades tropicales. También ha cambiado el nivel de acceso a la información, de modo que hoy los pacientes saben más sobre posibles tratamientos y sus consecuencias. Han cambiado sus ocupaciones y sus bagajes culturales, por lo tanto hay una definición de vínculos distinta. En esta definición de vínculos también influye el género, ya que el porcentaje de mujeres médicos es cada vez mayor, a pesar de lo cual en muchos aspectos la igualdad de derechos entre géneros es más discurso que realidad.
Los desafíos del presente

El primer desafío del médico actual es el de hacer frente a un mundo cada vez más diverso, compuesto por distintos grupo de personas que lo ven y lo definen de manera distinta y esperan cosas distintas de él. Muchos médicos se formaron como si el mundo fuera homogéneo, pero ya no lo es.

El segundo desafío es adaptarse a los cambios tecnológicos y modelos explicativos. Todos los días se habla de los avances de la Medicina en la televisión, de modo que la gente espera que el médico esté enterado de esos avances y los aplique a sus pacientes. Por otra parte, si al médico le toca atender a gran cantidad de mapuches, como ocurre en el hospital regional de Temuco, deberá aprender a convivir con los modelos explicativos de esa población para sus problemas de salud.

El tercer desafío está dado por el cambio político de la sociedad, al cual el médico tendrá que adaptarse sin que ello deteriore su relación con los pacientes. Eso significa que el médico tendrá que buscar la forma de ser visto de mejor manera, o más claramente, por quienes lo rodean. Para esto tiene que asumir que los médicos no son homogéneos, no existe El médico, sino que existen los médicos; y desde ahí trabajar para destacar sus cualidades de eficiencia y servicio por sobre todos los otros aspectos que entrecruzan e impiden que estas cualidades se vean o se expresen con claridad. Es como la estrella de la figura: el médico deberá descubrir cómo hacer para ser percibido claramente por los observadores de la malla social en la que está inmerso. Para esto deberá superar su propia falta de claridad y sus propias contradicciones, que lo aquejan tanto a nivel individual como gremial; tendrá que encontrar la forma de determinar claramente el perfil de su accionar y lograr que este perfil se destaque y sea apreciado dentro de la sociedad en que se desenvuelve (Fig. 2).
Figura 2. La estrella oculta (en rojo).
Figura 2. La estrella oculta (en rojo).

jueves, 16 de abril de 2009

DECLARACION AMAP

Santiago 16 abril 2009.

A los asociados y opinión pública general:

Durante la primera reunión ordinaria, sostenida ayer 15 ande Abril, la AMAP discutió el tema de la movilización de los trabajadores para hoy, se decidió apoyarla por cuanto los 2 principales asuntos: las pérdidas de las AFP y el estado de la salud pública son problemas de primaria preocupacion para los asociados.Ello se debe traducir en considerar las acciones médicas en forma cuidadosa para equilibrar adecuadamente nuestra solidaridad con la jornada de movilización con el cumplimiento de las obligaciones éticas.

AMAP

El consumo de drogas que esconden los profesionales de la salu

Médicos Adictos

(1/1)

Leo:
Por Francia Fernández

El consumo de drogas que esconden los profesionales de la salud
Médicos Adictos

Hace tres años un grupo de anestesiólogos creó un programa para rehabilitar a doctores adictos a medicamentos de uso laboral. El año pasado atendieron a ocho pacientes. Algunos de ellos conseguían drogas, como morfina y fentanyl, en los mismos hospitales. En Chile no hay cifras oficiales de este fenómeno; sin embargo, en países como España ya han tratado a 1.300 doctores en diez años. Una práctica que se esconde tras los delantales blancos.



En 2001, la paramédica Clara Troncoso apareció muerta en uno de los baños de pabellón del Hospital San José. Eran las cuatro de la madrugada y estaba de turno.

Dicen que la aguja aún le colgaba de un brazo. Habitualmente consumía morfina, pero por error se habría inyectado una dosis mortal de fentanyl, un opioide 80% más potente que la heroína.

A raíz de este caso, el entonces director del hospital, José Luis Contreras, quien estaba al tanto de que había otros funcionarios involucrados con drogas, consultó al Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace), para implementar un programa de ayuda.

En medio de polémicas, que incluyeron acusaciones de Contreras contra el Ministerio de la Salud por "querer sepultar el asunto de la funesta cama 8" y "otros problemas administrativos", el médico salió del hospital y el programa quedó en nada. "Hubo resistencia de todo el mundo y fue una de las tantas razones por las cuales me despidieron", relata Contreras, quien actualmente dirige el Centro de Salud Familiar Edgardo Enríquez Frodden, en Pedro Aguirre Cerda.

En los seis meses que estuvo al frente del San José, el doctor también recibió dos denuncias de pacientes que "sintieron mucho dolor" durante operaciones a las que fueron sometidos, "porque los médicos no les ponían la anestesia que requerían e iban generando pequeños ahorros para consumo personal".

Paralelamente, panfletos anónimos que hablaban de un "supuesto abuso y uso de drogas en la UTI" rotaban por el hospital. "Se notaba más en la anestesia, pero había gente de todos los sectores en esto", sostiene Contreras. "Es una realidad bastante generalizada que nunca se ha enfrentado seriamente".

Recién en 2005, preocupados por la realidad que vivían sus colegas, un grupo de especialistas de la Sociedad de Anestesiología creó el Comité de Salud Ocupacional para solucionar el problema de adicción, principalmente a fármacos que los anestesistas tienen a mano.

Narcóticos que mitigan el dolor o calman situaciones estresantes, como demerol, morfina, sevofluorane y fentanyl. También benzodiazepinas y remedios para los nervios, como alprazolam y clorazepam, cuyo consumo, según los expertos, es superior en el mundo de la salud que en el resto de la población.

La comisión se acercó al Centro de Investigaciones y Asistencia a las Drogodependencias (CIAD), único organismo en Chile especializado en la rehabilitación de médicos adictos. "Nos dimos cuenta de que había personas que se estaban perjudicando", dice Juan Pablo Acuña, anestesiólogo del San José e integrante del comité. Junto con el CIAD, elaboraron un "protocolo de trabajo" que permite la rehabilitación de anestesistas con adicción a "medicamentos de uso laboral".

El tratamiento que brindan allí donde también atienden a doctores de otras especialidades dura un año. El paciente pide una licencia y firma un protocolo que implica etapas. Primero se interna y se desintoxica durante un mes. Y luego comienza una terapia con un equipo multidisciplinario. Durante el proceso de reinserción laboral, que puede durar hasta cinco años, lo acompaña un tutor.

"La idea es que trabajen en lugares donde estén más protegidos y haya más sistemas de regulación. Una vez que están en este nivel, nos coordinamos con las autoridades del centro hospitalario, con los colegas y los trabajadores que están alrededor de él, y procuramos que se cumplan ciertas normas de seguridad para disminuir el riesgo de una recaída", detalla Acuña. Entre otras cosas, el médico debe someterse a exámenes de orina cada vez que ingresa al pabellón o que hace turno.

PACIENTES DIFÍCILES

A los médicos les cuesta pedir ayuda, y si lo hacen preguntan por los síntomas que padecen un pariente o un amigo, cuando en realidad se refieren a su propia enfermedad. Esto se acentúa si el trastorno es de tipo mental o adictivo.

"Una persona con adicción cree que no se le nota o que no está con mayores dificultades. Es un problema añadido para los médicos, ya que al tener conocimiento creemos que podemos controlar la situación", dice Humberto Guajardo, director del CIAD y quien además encabeza la Unidad de Adicciones de la Facultad de Medicina de la Usach.

Según datos internacionales, se estima que entre 10 y 12% de los médicos en ejercicio puede padecer conductas adictivas o una enfermedad mental que afecta su desempeño laboral y favorece la mala praxis. En Chile no existen estadísticas oficiales; sin embargo, médicos consultados para este reportaje señalan que las cifras variarían entre un cinco y un 14%.

El estrés laboral, los turnos, el desplazamiento de un lugar a otro, la falta de sueño y la sobrecarga de trabajo favorecen las adicciones en los médicos. Y, por supuesto, el fácil acceso a las drogas. Sobre todo, además de la anestesiología, en especialidades como cirugía y obstetricia.

Aunque los cambios en el comportamiento y el ausentismo laboral alertan sobre una posible adicción, es el control de fármacos que sólo se consiguen con receta el método más utilizado para captar profesionales enfermos. La detección es difícil porque en el pabellón son los médicos quienes administran la anestesia. Y siempre hay formas de burlar este tipo de controles.

La mayoría de las veces, los compañeros de trabajo se encargan de denunciar al médico afectado. "Como cualquier adicto, la negación es lo más frecuente", dice Acuña. "Muchos aceptan el tratamiento bajo amenaza profesional. No como en Estados Unidos, donde quitan la licencia si el médico no se trata. Allá, la adicción es enfrentada como enfermedad laboral y en cada estado hay un centro para trabajadores de la salud con algún tipo de adicción o enfermedad siquiátrica. Todo está regulado".

Los anestesiólogos, en particular, tienen alto riesgo de recaída. "Ellos manipulan estas drogas; es como que una persona se haga una rehabilitación de alcohol, pero siga trabajando en una botillería o en un bar", ilustra Guajardo. Según dice, el año pasado en el CIAD atendieron a ocho doctores.

Número curiosamente ínfimo, si se toma en cuenta que en el país hay unos 22 mil médicos y 850 de ellos son anestesiólogos. En España, en cambio, donde llevan la delantera en el tratamiento de adicciones en trabajadores de la salud pública, gracias al Programa de Atención Integral al Médico Enfermo (PAIME), ya trataron a 1.300 doctores y 450 enfermeras, en diez años.

Cuando en 1998 se descubrió que el anestesista Juan Maeso contagió de hepatitis C a 276 personas en Valencia, en ese país se desató una verdadera catástrofe sanitaria. Era adicto a la morfina intravenosa y se administraba analgésicos opioides antes de darles el resto a los pacientes, utilizando la misma jeringa. Cuatro personas murieron. Él fue condenado a 1.933 años de prisión.

"Si ya estás liado necesitas tomarte tu dosis cada tantas horas y cada droga tiene sus efectos. Algunas te excitan y te crees el rey del mundo, y en cambio otras te deprimen el sistema nervioso y te entra sueño, pierdes reflejos, estás aturdido. Esto es fatal", apunta el doctor Antoni Arteman, gerente del PAIME.

En el CIAD admiten que han tratado situaciones de alto riesgo. "Personas que se inyectan más allá de lo prudente. Ellos mismos lo cuentan una vez que se han desintoxicado". Cuadros de sobredosis no es algo que recuerden en el Ministerio de Salud, "pero sí casos de problemas con alcohol o drogas ocurren todas las semanas", indica Alfredo Penjean, siquiatra del Departamento de Salud Mental. "Personas que tienen problemas familiares, económicos, laborales, como cualquier adicto. La frecuencia tal vez sea mayor que en la población general".

Pero las drogas no son sólo parte del mundo de la salud. "No hay ningún sector de la sociedad que pueda decir aquí no hay drogas", dice el siquiatra Guajardo. Hasta su consulta, por ejemplo, también llegan abogados, arquitectos e incluso sacerdotes.

"Si existe esto entre los médicos es criticable y repudiable", opina Juan Luis Castro, presidente del Colegio Médico. "Nosotros jamás vamos a tolerar esto. No está en nuestros principios ni en nuestros estatutos. Nada que no sea proteger a la población y cumplir un rol ético con los profesionales".

TABÚ

Tanto en España como en Chile coinciden en que la adicción del personal médico es un tema tan antiguo como la medicina. Pero en el caso chileno, sólo los anestesiólogos han tomado cartas en el asunto a nivel de organización.

La adicción es un tema tabú, no se discute ni se enseña en las escuelas de medicina, por ejemplo, a pesar de que "en ellas hay un problema de alcohol y drogas muy importante en las generaciones que ingresan", según observa Guajardo.

Probablemente, el miedo a ser identificado y a perder el prestigio profesional son las razones para que la enfermedad se lleve en silencio. "Esto dificulta mucho la detección precoz y el tratamiento", afirma el doctor Acuña.

Hasta el momento, el Ministerio de Salud no ha diseñado una política específica al respecto. "Normalmente se investiga y a veces se hace un sumario. Pero la práctica es más bien ayudar. Lo que uno ve es personal con problemas de alcoholismo y adicción a las drogas a todo nivel: en pabellón, farmacias, laboratorios", señala Penjean. "Es un tema que se maneja caso a caso, en cada establecimiento".

A los médicos practicantes se les suspende la formación y se les permite tomar otra especialidad. O se les congela la beca. O se toman medidas para salvaguardar a la persona y a los pacientes, cambiándolos de un lugar de trabajo a otro.

LO QUE CUESTA

La población de doctores adictos se concentra, según datos españoles y chilenos, en la franja de los 40 a 55 años. La media de los casos que observan los anestesiólogos locales en pabellón es de 35 años. De nueve especialistas adictos, sólo uno es mujer.

Muchos comienzan a consumir drogas en su etapa universitaria, tomando anfetaminas para estudiar de noche. Cuando consultan, ya cuentan con un largo historial. "Llegan muy angustiados, con efecto de droga. Hay distintos síntomas que aparecen. A veces están agresivos", detalla Guajardo. "O han perdido el trabajo, la familia. Y todo cuesta mucho más porque el soporte familiar y laboral ya no están", acota el doctor Arteman.

Tratar una conducta adictiva en España cuesta unos seis mil euros por paciente. Un 80% lo cubren los gobiernos regionales y el 20% restante el Colegio Médico, ya que el sistema de salud es público. En Chile, el valor aproximado es de 450 mil pesos mensuales por un programa intensivo de lunes a viernes. Esto no incluye la desintoxicación, que debe hacerse en una clínica.

Como formalmente la adicción no es considerada una enfermedad laboral, "no hay protección desde el punto de vista del empleador, ya sea el Ministerio de Salud o una clínica. El único resguardo es que los médicos tienen una previsión. Están en una isapre y ésta cubre la adicción", explica el doctor Acuña.

"Ahora, el costo económico es una cosa secundaria, porque es mucho más grave tener un médico, una enfermera o un paramédico muertos, debido a la adicción, o una complicación de un paciente por causa de este trabajador de la salud", subraya.

Acuña dice que un 60% de los médicos adictos a algún tipo de droga se rehabilita. "Su recuperación es mejor que la de la población general. Eso está estudiado. Tienen mayor acceso a un tratamiento y, una vez que se dan cuenta, toman mayor conciencia que el resto".

Lamentablemente, no se sabe cuántos otros transitan por los pasillos de clínicas y hospitales, y sin tratamiento.

Las copas de Pinto

En enero pasado, la Fiscalía Oriente obligó al doctor Humberto Pinto a pagar una multa de 150 mil pesos y a realizar dos horas semanales de trabajo gratuito en un hospital público, luego de que se determinara que atendió un parto en estado de ebriedad.

Todo comenzó en la Clínica Tabancura, el 29 de septiembre de 2007, cuando la argentina Elizabeth Corzo (26) estaba a la espera de un parto inducido, luego de que los exámenes que le practicaron indicaban que su bebé había fallecido. Su médico de cabecera se encontraba en un asado, e ingresó a pabellón a las 19:30 horas. A la salida, mientras informaba a los familiares de Corzo que ella se encontraba bien, éstos percibieron un hálito alcohólico, y luego lo denunciaron a Carabineros.

La alcoholemia arrojó 1,08 gramos de alcohol en la sangre. Pinto arriesgaba una multa de una a cuatro UTM, pero, finalmente, se realizó una suspensión condicional del procedimiento y se tomaron las medidas antes mencionadas. Paralelamente, el médico fue suspendido de sus funciones en la Clínica Tabancura, donde trabajó durante 15 años.

LND trató de contactarse con Pinto, así como con Felipe Court, director subrogante de la clínica, para saber si se trataba de una conducta reiterada o sólo de un caso “excepcional”, pero no recibimos respuesta.

el Trabajo del EQUIPO MEDICO: RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

Artículo Julio García Marín
23-09-06 www.asesorsindical.cl
El Trabajo en Equipo y la Responsabilidad Compartida El rol del médico como conductor y coordinador del equipo a su cargo, y como último responsable de la correcta ejecución de la prestación, ajustada a la lex artis.


El Trabajo en Equipo y la Responsabilidad Compartida .

Si el médico no dispone de recursos suficientes, trabaja en un pequeño establecimiento asistencial y lo ejecuta todo, sin la ayuda de un anestesista profesional y no se hacen exámenes preoperatorios, responde de su propia falta. La Corte de París declaró en un fallo de 24 de febrero de 1983, en lo penal que “cuando el cirujano opera solo, sin la ayuda de un médico anestesista o es asistido por un anestesista que no es doctor en medicina, es responsable de sus actos preoperatorios, de los operatorios y responde de su enfermo en todo el curso del período postoperatorio” .
Pero la situación ideal es que al lado del cirujano haya un anestesista que también sea médico y se especialice en esa tarea y que haya enfermeras, y todos ellos laboren en una clínica u hospital en buenas condiciones.
En el derecho moderno surgen múltiples relaciones jurídicas entre los distintos miembros del equipo y entre éstos y el paciente. Además, puede haber responsabilidad de la clínica o establecimiento hospitalario, y si este hospital pertenece al Estado, puede existir responsabilidad de éste por el hecho de sus dependientes o personas subordinadas.

Teoría de la responsabilidad por el hecho ajeno aplicada a los actos profesionales

Puede suceder, lo que es corriente, que el enfermo que debe someterse a una operación contrate los servicios profesionales con el cirujano solamente, incluso sin conocer al anestesista que intervendrá. La jurisprudencia francesa ha estimado que el cirujano responde de las faltas cometidas por sus colaboradores, porque es el jefe de un equipo, pero por sobre todo es responsable directa y personalmente porque es el cirujano quien por sí solo ha prometido los actos de anestesia en cuestión, siendo una parte inseparable de su obligación de cirujano .
La responsabilidad por el hecho ajeno en los vínculos contractuales ha sido reconocida por la doctrina. Sucede con frecuencia que el deudor no ejecuta solo su obligación contractual; suele confiar la totalidad o parte de la ejecución a quienes actúan a su nombre. En tal caso, la responsabilidad en que incurre el deudor por un incumplimiento defectuoso será necesariamente una responsabilidad por el hecho ajeno. No podría dejar de aceptarse esta carga pues, de otro modo, habría el peligro de que el deudor se desligase de su obligación confiando la ejecución a otros. La jurisprudencia aplicó esta doctrina especialmente a la responsabilidad médica por los hechos de los participantes del equipo médico.

La responsabilidad compartida

La jurisprudencia ha advertido que es muy artificial y sutil este tratamiento que se da a los casos señalados, según si el paciente contrató o no los servicios del anestesista, pues frecuentemente ocurre que el enfermo no celebra un contrato con cada uno de los profesionales que van a atenderlo; en una operación es el cirujano quien busca los servicios del anestesista y demás personal. El enfermo se pone en comunicación con él por intermedio de su médico tratante, interviene un contrato verbal y las condiciones las pone el galeno y el enfermo las acepta.
Así, por ejemplo, en casos en que se establecieron faltas en exámenes preoperatorios (no determinar el grupo sanguíneo del operado en una nefrectomía), la jurisprudencia francesa ha declarado que hay obligaciones que pesan sobre los dos profesionales (cirujano y anestesista), que uno y otro debieron asegurarse del cumplimiento de aquellos exámenes y que, puesto que ninguno de ellos lo había hecho, existe una verdadera solidaridad: eran responsables conjuntamente, pero no que uno respondiera por el otro sino que ambos habían incurrido en omisiones.
En un caso en que una operación se había desarrollado bien en el aspecto puramente quirúrgico, pero que, por negligencias inexcusables en la realización de exámenes preoperatorios relevantes para la aplicación de anestesia, la paciente falleció inmediatamente después, se declaro que “la anestesia y la reanimación no constituyen un fin en sí, puesto que concurren a un fin común para el anestesista y el cirujano, a saber, una ejecución correcta del acto operatorio y la curación del enfermo; ellas son auxiliares en relación con la intervención curativa, y la conducción y organización general de la operación pertenecen al cirujano que regula la duración de ésta y el shock que puede hacer sufrir al paciente en función de las necesidades operatorias; que debe existir entre ellos una íntima colaboración, tomando el cirujano las decisiones a que debe adaptarse constantemente el anestesista, lo que no puede hacer sin instrucción del cirujano” .
Asimismo, se ha señalado que, si bien, la supervigilancia postoperatoria incumbe al médico anestesista en lo que concierne a su especialidad, el cirujano no está por eso menos obligado a este respecto por un deber general de prudencia y diligencia, no siendo procedente que se retire del centro hospitalario apenas terminada la intervención sin asegurarse de que el paciente quedara bajo el cuidado de una persona calificada.
Como resulta de estas decisiones, hay un deber conjunto en la labor de equipo en que cada profesional desarrolla su propia tarea, pero sin perder de vista la unidad del grupo, que está movido por un mismo propósito de buscar la salud y el restablecimiento del enfermo.
El cirujano no puede excusar su responsabilidad alegando que la operación fue bien realizada por él y que la culpa en que incurrió alguno de sus colaboradores no le es imputable; él responde porque la conducción y la organización general de la operación están a su cargo, debe verificar que se hayan hecho todos los exámenes indispensables, y mantener la debida colaboración con el personal que lo secunda para que realicen en forma correcta los actos que les corresponden; una vez terminada la intervención quirúrgica no puede marcharse inmediatamente del quirófano sin verificar previamente el estado del paciente, tomar las medidas de reanimación que el caso requiera y asegurarse de que el enfermo quede confiado al cuidado de una persona calificada.



Comentario:
El capítulo “El trabajo en equipo y la responsabilidad compartida” del profesor E. Paillas, aborda la temática de las relaciones existentes al interior de un equipo médico en relación a la responsabilidad por el hecho ajeno, aspecto ampliamente abordado por la doctrina civilista (en especial, la responsabilidad por el hecho del dependiente), aunque no particularmente en el ámbito médico y las relaciones que se dan entre los diversos profesionales que componen un conjunto o equipo que enfrenta un determinado procedimiento o prestación.
El tratamiento que Paillas hace de esta materia es esencialmente práctico, basado en el extenso desarrollo jurisprudencial de las cortes francesas en el ámbito de la responsabilidad médica, y enfocado en los procedimientos quirúrgicos y la tarea del anestesista.
No obstante, este enfoque particular resulta plenamente aplicable, a nuestro juicio, a todos aquellos escenarios o ámbito donde el médico efectúa su labor en junto con otros profesionales o personal de apoyo, en pos de un mismo fin, cual es la atención médica y la curación del paciente. En este sentido, es importante destacar el rol del médico como conductor y coordinador del equipo a su cargo, y consiguientemente, como último responsable de la correcta ejecución de la prestación, ajustada a los parámetros de la lex artis.
El desarrollo de la jurisprudencia nacional en materia de responsabilidad médica ha sido, más bien, menor, aunque creciente en los últimos años. En relación a los casos descritos por Paillas en la capítulo recién expuesto, han existido en nuestro país algunos pronunciamientos similares: “Si los hechos establecidos en el proceso, que el Tribunal Supremo no puede modificar, evidencian que el inculpado, medico cirujano de profesión, incurrió en omisión culposa al desatender deberes profesionales específicos, abandonando al menor enfermo, cuyo deceso pudo haberse evitado con atención médica oportuna y diligente, ha quedado configurado el tipo penal de homicidio culposo y establecida la responsabilidad criminal como autor del acusado” (Corte Suprema, 28 de enero de 1999) .
También se ha fallado que “la intervención médica que crea un riesgo para el paciente mayor que el que se deriva de su postergación no constituye un riesgo permitido. La negligencia culpable del médico se halla ejemplificada por la conducta del que se aparta de la lex artis de su profesión y así ocasiona un daño a la salud del paciente que no pudo menos que prever y que estaba en su mano evitar” (Corte Suprema de Chile, 15-dic-1997) .
Por último, en relación a la responsabilidad por el hecho ajeno y su relación con la responsabilidad médica, la jurisprudencia nacional la delineado de esta forma: “De acuerdo con lo que previene el artículo 2320 del Código Civil que regula “la responsabilidad por el hecho ajeno”, para que surja dicha responsabilidad se requiere la concurrencia de los siguientes requisitos: a) que exista un vínculo de subordinación o dependencia de dos personas; b) que este vínculo sea de derecho privado; c) que ambas personas sean capaces de delito o cuasidelito; d) que el subordinado o dependiente haya cometido un ilícito y e) que la víctima pruebe la responsabilidad del subordinado o dependiente. En el caso de la responsabilidad médica contractual es preciso que se trate de un contrato válido y, por lo tanto, que exista perfecta coincidencia de voluntades, debiendo recaer el consentimiento sobre un objeto lícito y tener causa lícita, que el contrato se haya celebrado entre la víctima del daño y el autor de éste y que el daño sufrido por la víctima provenga del incumplimiento del contrato médico” (Corte Suprema de Justicia, 1998) .

J.G.M.

el Trabajo del EQUIPO MEDICO: RESPONSABILIDAD COMPARTIDA

Artículo Julio García Marín
23-09-06 www.asesorsindical.cl
El Trabajo en Equipo y la Responsabilidad Compartida El rol del médico como conductor y coordinador del equipo a su cargo, y como último responsable de la correcta ejecución de la prestación, ajustada a la lex artis.


El Trabajo en Equipo y la Responsabilidad Compartida .

Si el médico no dispone de recursos suficientes, trabaja en un pequeño establecimiento asistencial y lo ejecuta todo, sin la ayuda de un anestesista profesional y no se hacen exámenes preoperatorios, responde de su propia falta. La Corte de París declaró en un fallo de 24 de febrero de 1983, en lo penal que “cuando el cirujano opera solo, sin la ayuda de un médico anestesista o es asistido por un anestesista que no es doctor en medicina, es responsable de sus actos preoperatorios, de los operatorios y responde de su enfermo en todo el curso del período postoperatorio” .
Pero la situación ideal es que al lado del cirujano haya un anestesista que también sea médico y se especialice en esa tarea y que haya enfermeras, y todos ellos laboren en una clínica u hospital en buenas condiciones.
En el derecho moderno surgen múltiples relaciones jurídicas entre los distintos miembros del equipo y entre éstos y el paciente. Además, puede haber responsabilidad de la clínica o establecimiento hospitalario, y si este hospital pertenece al Estado, puede existir responsabilidad de éste por el hecho de sus dependientes o personas subordinadas.

Teoría de la responsabilidad por el hecho ajeno aplicada a los actos profesionales

Puede suceder, lo que es corriente, que el enfermo que debe someterse a una operación contrate los servicios profesionales con el cirujano solamente, incluso sin conocer al anestesista que intervendrá. La jurisprudencia francesa ha estimado que el cirujano responde de las faltas cometidas por sus colaboradores, porque es el jefe de un equipo, pero por sobre todo es responsable directa y personalmente porque es el cirujano quien por sí solo ha prometido los actos de anestesia en cuestión, siendo una parte inseparable de su obligación de cirujano .
La responsabilidad por el hecho ajeno en los vínculos contractuales ha sido reconocida por la doctrina. Sucede con frecuencia que el deudor no ejecuta solo su obligación contractual; suele confiar la totalidad o parte de la ejecución a quienes actúan a su nombre. En tal caso, la responsabilidad en que incurre el deudor por un incumplimiento defectuoso será necesariamente una responsabilidad por el hecho ajeno. No podría dejar de aceptarse esta carga pues, de otro modo, habría el peligro de que el deudor se desligase de su obligación confiando la ejecución a otros. La jurisprudencia aplicó esta doctrina especialmente a la responsabilidad médica por los hechos de los participantes del equipo médico.

La responsabilidad compartida

La jurisprudencia ha advertido que es muy artificial y sutil este tratamiento que se da a los casos señalados, según si el paciente contrató o no los servicios del anestesista, pues frecuentemente ocurre que el enfermo no celebra un contrato con cada uno de los profesionales que van a atenderlo; en una operación es el cirujano quien busca los servicios del anestesista y demás personal. El enfermo se pone en comunicación con él por intermedio de su médico tratante, interviene un contrato verbal y las condiciones las pone el galeno y el enfermo las acepta.
Así, por ejemplo, en casos en que se establecieron faltas en exámenes preoperatorios (no determinar el grupo sanguíneo del operado en una nefrectomía), la jurisprudencia francesa ha declarado que hay obligaciones que pesan sobre los dos profesionales (cirujano y anestesista), que uno y otro debieron asegurarse del cumplimiento de aquellos exámenes y que, puesto que ninguno de ellos lo había hecho, existe una verdadera solidaridad: eran responsables conjuntamente, pero no que uno respondiera por el otro sino que ambos habían incurrido en omisiones.
En un caso en que una operación se había desarrollado bien en el aspecto puramente quirúrgico, pero que, por negligencias inexcusables en la realización de exámenes preoperatorios relevantes para la aplicación de anestesia, la paciente falleció inmediatamente después, se declaro que “la anestesia y la reanimación no constituyen un fin en sí, puesto que concurren a un fin común para el anestesista y el cirujano, a saber, una ejecución correcta del acto operatorio y la curación del enfermo; ellas son auxiliares en relación con la intervención curativa, y la conducción y organización general de la operación pertenecen al cirujano que regula la duración de ésta y el shock que puede hacer sufrir al paciente en función de las necesidades operatorias; que debe existir entre ellos una íntima colaboración, tomando el cirujano las decisiones a que debe adaptarse constantemente el anestesista, lo que no puede hacer sin instrucción del cirujano” .
Asimismo, se ha señalado que, si bien, la supervigilancia postoperatoria incumbe al médico anestesista en lo que concierne a su especialidad, el cirujano no está por eso menos obligado a este respecto por un deber general de prudencia y diligencia, no siendo procedente que se retire del centro hospitalario apenas terminada la intervención sin asegurarse de que el paciente quedara bajo el cuidado de una persona calificada.
Como resulta de estas decisiones, hay un deber conjunto en la labor de equipo en que cada profesional desarrolla su propia tarea, pero sin perder de vista la unidad del grupo, que está movido por un mismo propósito de buscar la salud y el restablecimiento del enfermo.
El cirujano no puede excusar su responsabilidad alegando que la operación fue bien realizada por él y que la culpa en que incurrió alguno de sus colaboradores no le es imputable; él responde porque la conducción y la organización general de la operación están a su cargo, debe verificar que se hayan hecho todos los exámenes indispensables, y mantener la debida colaboración con el personal que lo secunda para que realicen en forma correcta los actos que les corresponden; una vez terminada la intervención quirúrgica no puede marcharse inmediatamente del quirófano sin verificar previamente el estado del paciente, tomar las medidas de reanimación que el caso requiera y asegurarse de que el enfermo quede confiado al cuidado de una persona calificada.



Comentario:
El capítulo “El trabajo en equipo y la responsabilidad compartida” del profesor E. Paillas, aborda la temática de las relaciones existentes al interior de un equipo médico en relación a la responsabilidad por el hecho ajeno, aspecto ampliamente abordado por la doctrina civilista (en especial, la responsabilidad por el hecho del dependiente), aunque no particularmente en el ámbito médico y las relaciones que se dan entre los diversos profesionales que componen un conjunto o equipo que enfrenta un determinado procedimiento o prestación.
El tratamiento que Paillas hace de esta materia es esencialmente práctico, basado en el extenso desarrollo jurisprudencial de las cortes francesas en el ámbito de la responsabilidad médica, y enfocado en los procedimientos quirúrgicos y la tarea del anestesista.
No obstante, este enfoque particular resulta plenamente aplicable, a nuestro juicio, a todos aquellos escenarios o ámbito donde el médico efectúa su labor en junto con otros profesionales o personal de apoyo, en pos de un mismo fin, cual es la atención médica y la curación del paciente. En este sentido, es importante destacar el rol del médico como conductor y coordinador del equipo a su cargo, y consiguientemente, como último responsable de la correcta ejecución de la prestación, ajustada a los parámetros de la lex artis.
El desarrollo de la jurisprudencia nacional en materia de responsabilidad médica ha sido, más bien, menor, aunque creciente en los últimos años. En relación a los casos descritos por Paillas en la capítulo recién expuesto, han existido en nuestro país algunos pronunciamientos similares: “Si los hechos establecidos en el proceso, que el Tribunal Supremo no puede modificar, evidencian que el inculpado, medico cirujano de profesión, incurrió en omisión culposa al desatender deberes profesionales específicos, abandonando al menor enfermo, cuyo deceso pudo haberse evitado con atención médica oportuna y diligente, ha quedado configurado el tipo penal de homicidio culposo y establecida la responsabilidad criminal como autor del acusado” (Corte Suprema, 28 de enero de 1999) .
También se ha fallado que “la intervención médica que crea un riesgo para el paciente mayor que el que se deriva de su postergación no constituye un riesgo permitido. La negligencia culpable del médico se halla ejemplificada por la conducta del que se aparta de la lex artis de su profesión y así ocasiona un daño a la salud del paciente que no pudo menos que prever y que estaba en su mano evitar” (Corte Suprema de Chile, 15-dic-1997) .
Por último, en relación a la responsabilidad por el hecho ajeno y su relación con la responsabilidad médica, la jurisprudencia nacional la delineado de esta forma: “De acuerdo con lo que previene el artículo 2320 del Código Civil que regula “la responsabilidad por el hecho ajeno”, para que surja dicha responsabilidad se requiere la concurrencia de los siguientes requisitos: a) que exista un vínculo de subordinación o dependencia de dos personas; b) que este vínculo sea de derecho privado; c) que ambas personas sean capaces de delito o cuasidelito; d) que el subordinado o dependiente haya cometido un ilícito y e) que la víctima pruebe la responsabilidad del subordinado o dependiente. En el caso de la responsabilidad médica contractual es preciso que se trate de un contrato válido y, por lo tanto, que exista perfecta coincidencia de voluntades, debiendo recaer el consentimiento sobre un objeto lícito y tener causa lícita, que el contrato se haya celebrado entre la víctima del daño y el autor de éste y que el daño sufrido por la víctima provenga del incumplimiento del contrato médico” (Corte Suprema de Justicia, 1998) .

J.G.M.