miércoles, 27 de junio de 2012

Ensañamiento terapéutico: reflexiones.

No pretendo en estas líneas establecer qué está bien o qué esta mal en un tema tan complejo; no pretendo tampoco decir a los médicos lo que deben hacer. Mi intención es más modesta: compartir algunas reflexiones personales a la luz de determinadas convicciones éticas y antropológicas. Reflexiones que espero sean un aporte para la formación humanística de futuros médicos y profesionales en ciencias de la salud.

Era el 6 de diciembre de 1936, en plena guerra civil española, cuando José María Gironella, adolescente, era llevado por su padre a la frontera con Francia para logar ponerse a salvo de la violencia. Cuando el joven fue revisado del lado francés, encontró en el bolsillo de su camisa una nota dejada a hurtadillas por su padre. La nota decía: “No mates a nadie, hijo”.

Llama la atención que en medio de la guerra el consejo de su padre fuera ese: No mates a nadie. Tal vez el contenido de esta anécdota pueda ser como la guía ética de la vida de todo ser humano: No mates a nadie.
Hablar de encarnizamiento terapéutico o ensañamiento terapéutico y de muerte digna, es abordar un tema complejo, que se enmarca en un contexto más amplio. La vida y la muerte son cosas serias, lo sabemos. Cuándo se ayuda a la persona a bien vivir y cuándo se la está forzando a prolongar un sufrimiento inútil, es una frontera a veces difusa y tenue. Otras veces es más clara y distinguible. La ley recientemente sancionada intenta dar algunas pautas.

Algunas complejidades
El tema es complejo y tiene muchas aristas. Se inscribe, por ejemplo, en el contexto de las luchas de laboratorios que dan muy buen dinero para probar medicamentos en enfermos, aún en enfermos que no tienen muchas posibilidades de sobrevida. Sabemos que hay mucha más flexibilidad en nuestros países en vías de subdesarrollo para aprobar protocolos, que en los países centrales a los que pertenecen los laboratorios que los patrocinan. En otras palabras, se puede experimentar más fácilmente en seres humanos en nuestras tierras, que en Europa o Estados Unidos. Eso es un elemento a tener en cuenta.

Hay también, entre medio, obras sociales que financian determinados tratamientos y otros no. Está el estado que también interviene; las apetencias de lucro y los principios más o menos laxos de los diversos actores de este proceso que involucra la salud de las personas.

Es parte de la cuestión, también, que el sistema de salud está cada vez mas precarizado. Al médico se lo considera un costo, una mercancía. Y que las drogas, que tal vez se han probado en seres humanos aquí, luego son inalcanzables para los bolsillos de la gente común.

Con estas cuestiones quiero señalar que los principios éticos no siempre se pueden abrir paso fácilmente en esta maraña de intereses. Un dicho antiguo dice que cuando el arquero practica por que sí, sólo tiene delante un blanco, pero cuando tira para ganar una medalla, tiene delante suyo dos blancos. La búsqueda de un premio se ha transformado en un blanco extra. Suele ocurrir lo mismo cuando se nos introducen intereses diversos a los objetivos que nos habíamos planteado, por ejemplo, al emprender una carrera o el ejercicio de una profesión. Puede ocurrir que se afrontó una carrera vinculada con el bienestar de las personas  para ayudar a que las personas vivan con salud, pero a lo largo de los años ese primer –y fundamental- blanco se nos oscurece, porque aparecen otros intereses que orientan ahora nuestras acciones.

El ejercicio de la medicina tiene una finalidad clara: aliviar al Paciente, es decir al “padeciente”. El ser humano sufriente es el destinatario de todo este esfuerzo científico y humano que es la medicina. La autoridad última del médico es la autoridad del que sufre. Pero si hay otros intereses en juego, otras exigencias y condicionantes… el blanco se hace borroso, o doble.

La pregunta fundamental
Pero entonces  la pregunta sobre el encarnizamiento terapéutico, sus límites y consecuencias debería tener como primera respuesta: hay que atender con sensibilidad a la autoridad del que sufre: el paciente. ¿De qué sirve prolongar un sufrimiento cuando ya no hay posibilidades ciertas de sanar a la persona? ¿Qué sentido tiene prolongar artificialmente una vida cuando ya no hay esperanzas de vida? Probar drogas nuevas o medios extraordinarios no siempre es signo de compasión, a veces es signo de empecinamiento o también de afán de lucro. Se hacen más caros los tratamientos y aunque lo pague la obra social y no los familiares que están sufriendo del lado de fuera de la puerta de la terapia, no es ético. Se llama robo. Manipulación humana para provecho propio.
La contracara es la de la muerte asistida, o suicido asistido, como se llama de manera eufemística a la eutanasia. “No mates a nadie”. Tampoco bajo una aparente compasión. La diferencia entre dejar que alguien muera en paz y hacerlo morir en paz es a veces muy difusa.
“No mates a nadie”, y “responde a la autoridad del que sufre”, serían como dos lámparas que pueden guiar nuestros pasos de seres humanos que caminamos entre algunas certezas y numerosas incertidumbres por este mundo maravilloso y terrible.

Ciencia y Persona
Hay también una cuestión epistemológica de fondo: El axioma de la modernidad de que lo complejo se descompone en partes simples y se explica por lo más simple, hizo –post Descartes y su “yo pienso”- que la filosofía fuera reduciéndose a la psicología, y la psicología, posteriormente fuera reducida a la fisiología y esta a las matemáticas. Con lo que el ser humano queda esquematizado en análisis clínicos, indicadores y números (90 de glucosa, 6,5 de ácido úrico, 10.000 glóbulos blancos, etc.).
Se habla de hacer “medicina basada en la evidencia” (suponiendo que la evidencia científica –es decir mensurable- es la más alta evidencia) Y, en realidad, la primera evidencia, es ese hombre o mujer padeciente que se acerca y se confía en un ser humano médico. Esta evidencia es la que se le escapa al análisis clínico, al diagnóstico estrictamente científico (es decir, numérico).
La primera evidencia –antes de toda otra evidencia científica- es ese ser humano sufriente, razón de ser de toda medicina y de toda ciencia humana. En descubrir en el padeciente a un ser humano, debe fundarse el arte de curar. Y en descubrir en cada ser humano un hermano deberían coincidir todas las ciencias. De lo contrario, no importa lo que hagamos o sepamos, seguirá siendo de noche. Seguirá la oscuridad de la deshumanización.

Una Luz en el camino
Cuenta una historia oriental que: “El Maestro interrogó a sus discípulos: ¿Cuándo termina la noche y comienza el día? Uno de ellos respondió: cuando a lo lejos puedes distinguir entre dos animales si es un burro o un caballo.

No, respondió el Maestro. Respuesta equivocada. Otro discípulo arriesgó: Cuando a lo lejos puedes distinguir entre dos árboles, si es un manzano o un árbol de peras. Tampoco, dijo el Maestro.

¿Entonces cuándo? Le preguntaron a su vez los discípulos.

 El respondió: Cuando miras a la cara a un hombre y descubres en él a un hermano. O cuando miras al rostro a una mujer y descubres en ella a una hermana. Ahí ha comenzado el día y ha terminado la noche. Si no eres capaz  de eso. No importa la hora del día que sea, aún será de noche.”

En medio de la noche de los diversos intereses que rodean el ejercicio de las ciencias de la salud –y otras profesiones también- es necesario tener al menos alguna luz que nos guíe. La propia conciencia es la luz más fiable. Escucharla o amordazarla es la opción. Dejarse inquietar por su voz o escaparse en racionalizaciones que a veces terminan justificando lo injustificable es la encrucijada.

Relaciones de empatía
No hay otro modo de establecer de verdad relaciones personales que desde la empatía. Desde la propia experiencia humana. La medicina es una ciencia, es también –de algún modo- un arte; pero sobre todo es una experiencia de humanidad. Un acto de compasión. La relación médico paciente es el centro de la cuestión.

Entonces, ¿cómo prolongar el sufrimiento, cuando se empatiza con el padeciente, es decir cuando ese sufrimiento se padece como propio? ¿Cómo animarse a disponer de la vida de alguien si esa vida nos afecta de alguna manera?

Rodolfo Kush decía hace algunos años, que  nosotros con nuestros utensilios (la tecnología) pensamos que hemos transformado la realidad, pero en verdad, sin esos utensilios descendemos un poco al despojo. Creemos que transformamos la realidad pero en definitiva nosotros hemos sido transformados por esa tecnología.

¿No puede llegar a pasar esto en el ejercicio de la medicina y otras ciencias? ¿No puede llegar a ocurrir que la confianza en la tecnología, en las drogas, en los tratamientos, termine erradicando a las personas?
Tal vez estas sean algunas de las preguntas a reflexionar entorno a este tema.

P. Lic. Rafael Velasco, sacerdote jesuita
Rector de la Universidad Católica de Córdoba, República Argentina.

martes, 26 de junio de 2012

CDC estima en 500.000 las muertes en el mundo por influenza porcina en 2009

 
Las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que la pandemia de gripe porcina, que afectó al mundo en 2009, causó 18.500 muertes que fueron confirmadas en el laboratorio.

Ahora una nueva investigación coordinada por los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, revela que este número "es sólo una fracción del verdadero número de muertes" provocadas por ese brote de la enfermedad.

Según el estudio publicado en la revista The Lancet la gripe pandémica causada por el virus H1N1 provocó "quince veces más muertes de lo que se informó previamente" y un número que pudo superar las 500.000 personas murieron por la enfermedad.

La pandemia causada por la cepa A/H1N1 del virus de gripe afectó a todo el mundo entre abril de 2009 y agosto de 2010.

Todos los países informaron de muertes por la enfermedad, pero no todos los países fueron capaces de confirmar sus casos en el laboratorio para asegurar que realmente se trataba de esta cepa o para saber cuántas muertes realmente fueron provocadas por el patógeno.

Por eso se sabe que, como regla general, el número de casos confirmados en el laboratorio es significativamente más bajo que el número de muertes reales.

Pero tal como señalan los investigadores, no se esperaba que el número fuera tan alto como el que ahora ha sido calculado.

Según los científicos, varios países de altos ingresos contaban con registros sobre el número de personas que desarrollaron síntomas de influenza y que murieron por la gripe pandémica de 2009.

Pero la mayoría de los países de bajos y medianos ingresos no contaban con datos "de alta calidad".

Para llevar a cabo el cálculo el equipo de investigadores desarrolló un nuevo modelo que utilizó datos de tasas de mortalidad en 12 países de bajos, medianos y altos ingresos.

Para el cálculo se utilizaron los datos de las tasas de mortalidad causadas por enfermedades respiratorias vinculadas a la cepa A/H1N1 del virus de influenza durante los 12 meses siguientes al momento en que el virus comenzó a circular en cada país.

Posteriormente se hizo un cálculo sobre la mortalidad por influenza de acuerdo al riesgo en cada uno de los países y se compararon los datos con los registros de la OMS sobre muertes por enfermedades del tracto respiratorio y por grupo de edad.

Los resultados mostraron que entre 151.700 y 575.400 personas murieron como resultado de haber contraído el virus H1N1 durante el primer año que el patógeno circuló en cada país.
Los resultados mostraron que 80% de las muertes ocurrieron entre personas menores de 65 años.

Esto confirma que, tal como se observó durante la pandemia, el virus H1N1 afectó a las poblaciones más jóvenes, a diferencia de la gripe estacional que suele afectar a las poblaciones mayores.

El estudio revela además que 59% de las muertes ocurrieron en el sueste de Asia y África, con la mayor mortalidad causada por la enfermedad en África.

"El estudio pone de manifiesto el significativo impacto humano de una pandemia de influenza" afirma la doctora Fatimah Dawood, de la División de Influenza de los CDC, quien dirigió el estudio.

"Esperamos que este trabajo pueda ser utilizado no sólo para mejorar los cálculos de la carga de influenza globalmente, sino también para mejorar la respuesta de salud pública durante futuras pandemias en partes del mundo que sufren más muertes".

"Y para incrementar la consciencia del público sobre la importancia de la prevención de gripe" agrega la investigadora.

Los científicos afirman que es necesario reforzar los esfuerzos para la vigilancia y control de gripe en todo el mundo y crear "mejores estrategias y más precisas para contar con datos más representativos de la mortalidad de la enfermedad en futuras pandemias".

En el estudio también participaron investigadores de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, del Instituto de Investigación Médica de Kenia, el Centro Nacional de Influenza de Camboya, el Wellcome Trust y las universidades de Oxford y Cambridge en el Reino Unido y la Unidad de Investigación Médica Naval en Lima, Perú.
Fuente: bbc.com

lunes, 25 de junio de 2012

Cirujanos extirpan tumor a feto in utero

El feto tenía un teratoma nasofaríngeo, un tumor que por lo general es maligno y está asociado con una alta mortalidad.El diagnóstico fue llevado a cabo después de someter a la madre a un escáner a las 17 semanas de gestación en el cual se veía "una burbuja" saliendo de la boca.

Tal como señalan los cirujanos del Hospital Jackson Memorial en Florida, quienes llevaron a cabo el procedimiento pionero, todos los casos previos de un teratoma diagnosticado de forma prenatal han resultado en muerte del feto o en cirugía de emergencia al nacer.Y los fetos con teratoma que sobreviven hasta el parto han sufrido obstrucción de las vías aéreas y múltiples cirugías postnatales.

Tal como expresan los científicos en American Journal of Obstetrics & Gynecology (Revista Estadounidense de Obstetricia y Ginecología), donde aparecen publicados los detalles del estudio, "estas complicaciones pueden evitarse si se logra extraer el tumor en el útero".

Cuando Tammy González, la madre de 37 años, se dio cuenta de "la burbuja" que salía de la boca de su bebé, fue sometida a ultrasonidos tridimensionales.La "burbuja" resultó ser un tumor de cuatro centímetros sobresaliendo de la boca del feto de 20 semanas de gestación.

La madre fue referida al doctor Rubén Quintero, un renombrado cirujano fetal quien a pesar de nunca haber realizado este tipo de procedimiento estaba dispuesto a llevarlo a cabo.Según el médico, el teratoma nasofaríngeo es extremadamente raro y sólo se ve en uno de cada 100.000 embarazos.Pero tal como se informó a la madre, la niña tenía muy pocas probabilidades de sobrevivir el nacimiento con el teratoma.
Si se dejaba el tumor durante el embarazo, explicaron los médicos, esto podría resultar en el crecimiento, complicaciones y muerte fetal.Si el feto sobrevivía el nacimiento tendría que ser sometida a una cirugía de emergencia y a otros procedimientos quirúrgicos posteriores.Y también se le ofreció la terminación del embarazo.

La madre eligió la cirugía endoscópica de extracción -que también presentaba riesgo de aborto- y a las 21 semanas de embarazo fue sometida a anestesia local mientras se le introducía una aguja en el saco amniótico que protege al feto en el útero.Posteriormente se utilizó un láser para extirpar el tumor del paladar duro del feto en un procedimiento que duró poco más de una hora.Y Leyna nació sana cinco meses después de la cirugía pionera.
 
"Cuando finalmente lograron cortar toda esa cosa y pude verla desprendiéndose sentí como si me hubieran quitado un enorme peso de encima" dijo la señora González durante una conferencia de prensa en Miami.
"Y finalmente pude ver su cara".

La mujer describió a los cirujanos como "salvadores".Los médicos, por su parte, comentan que "hasta donde sabemos, éste es el primer tratamiento exitoso de un teratoma fetal oral en útero"."La experiencia en este caso sugiere que la festoscopía puede ser utilizada para llevar a cabo un análisis detallado de una lesión así como para potencialmente permitir la segmentación de la masa en útero en casos selectos"."Además la segmentación en útero permite un parto vaginal".Y agregan que "el tratamiento en útero potencialmente puede también ser asociado con una mejor curación".

Leyna Mykaella González nació en octubre de 2010 y pesó al nacer 3,65 kilos.
Hoy es una niña sana de 20 meses y la única marca que puede observarse de la cirugía es una pequeñísima cicatriz en su boca.
Fuente: bbc.com