jueves, 21 de enero de 2010

TESTIMONIOS AYUDA MEDICA EN HAITI

PUERTO PRINCIPE (Reuters).- El pueblo haitiano espera por la ayuda médica que aún no llega por la prohibición del gobierno de estados unidos de aterrizar en el aeropuerto de Puerto Príncipe y los médicos se ven obligados a operar incluso con sierras que son comparadas en los mercados.

"Hoy hay 12 personas que necesitan amputaciones para salvarles la vida en el hospital Choscal. Nos vimos obligados a comprar una sierra en el mercado para continuar las amputaciones". Con esta frase, Loris de Filippi, coordinador de emergencia en un hospital haitiano, resume la situación crítica que viven los cientos de médicos que llegaron a Haití en misión benéfica.

La organización Médicos Sin Fronteras (MSF) se quejó porque el día de ayer se le negó el aterrizaje al quinto avión que transportaba ayuda médica. La organización humanitaria con sede en París dijo que el avión de carga que transportaba 12 toneladas de medicamentos, elementos quirúrgicos y dos máquinas de diálisis fue rechazado tres veces y desviado a la vecina República Dominicana.

El domingo, otro avión de MSF que transportaba un hospital quirúrgico inflable fue desviado a la localidad dominicana de Samana, desde donde tardaría 24 horas en llegar a Puerto Príncipe. Doctores de MSF dijeron que cinco de sus pacientes haitianos murieron en un hospital de Puerto Príncipe por falta de suministros médicos.

La Nación

TESTIMONIO DE UN ANESTESISTA
'La tragedia de Haití es la situación más fuerte que me ha tocado vivir'

Un anestesista de la Clínica Universidad de Navarra cuenta su situación en Haití.

Imagen del doctor Lafuente en Pakistán, tras el terremoto de 2005. (Foto: Clínica de Navarra)

Lleva cinco días en Haití y ese tiempo ha sido suficiente para asegurar que ésta catástrofe supera, en términos de gravedad y horror, a otras que les ha tocado vivir. Como médico y como voluntario, Alberto Lafuente Jiménez, anestesista de la Clínica Universidad de Navarra y miembro de DYA, no es un novato en estas situaciones.

Ésta es la quinta catástrofe a la que acude como voluntario para prestar su ayuda. Las anteriores fueron el desastre bélico de Afganistán, así como los causados por los terremotos de Pakistán (octubre de 2005), y los dos de Indonesia (el sunami de junio de 2006 y el terremoto de septiembre de 2009). A pesar de su experiencia, la situación en Haití no ha dejado de impresionarle: "Puedo decir que ha sido lo más fuerte que he visto en mi vida (...) Realmente es lo más dantesco que he visto, aunque yo creo que los integrantes del contingente que hemos venido desde España lo estamos llevando muy bien. Con mucha dignidad", aseguraba ayer de madrugada Alberto Lafuente.

Jornadas de trabajo agotadoras de 12 horas, comidas de trámite, el fuerte calor y la precariedad de la situación general, hace que el personal destacado en Haití empiece a notar el cansancio. Sin embargo, en todo momento, el doctor Lafuente se muestra positivo y subraya que "merece la pena el esfuerzo que estamos haciendo por toda esta gente. Si no somos capaces de dar un poco de nosotros para la población de Haití, que está sufriendo de esta manera, no tiene mucha razón de ser haber hecho una carrera como la de Medicina, ni muchas otras cosas".

Tras cinco días de estancia en la capital haitiana de Puerto Príncipe, Alberto Lafuente comenta que para las fuerzas de ayuda humanitaria los suministros de agua, luz y las comunicaciones están solucionados, si bien para la población el abastecimiento está siendo más escaso.

"Poco a poco se está intentando que lleguen los suministros básicos a toda la población, aunque está costando, porque este país, realmente, ha quedado desestructurado, además de la situación de base anterior al terremoto, que era de absoluta pobreza", describe Lafuente.

Sin embargo, el médico pamplonés ha querido trasladar un mensaje positivo y tranquilizar a las familias de todos los voluntarios españoles que trabajan actualmente en Haití: "Aquí estamos mucha gente ayudando y estamos muy bien y muy animados. Estamos muy contentos del trabajo que estamos haciendo", subraya. En cuanto a la seguridad de los voluntarios asegura que, "nosotros no sentimos la sensación de inseguridad, ya que contamos con las medidas de seguridad obvias en países en una situación como esta, con la protección en todo momento de las fuerzas de la ONU".

La asistencia médica española, según Lafuente, se ha concentrado en uno de los tres hospitales que han quedado en pie, de los 10 existentes antes del terremoto. El anestesista destaca que el contingente español fue uno de los primeros en llegar, tan sólo después del americano. En estos cinco días, han acondicionado el interior del hospital, donde han instalado un quirófano con los medios materiales que han trasladado desde España y donde operan desde el primer día de su llegada.

Allí, las patologías más frecuentes que deben tratar son "con mucho, traumatismos abiertos y muy infectados, en algunos casos incluso con gusanos, debido a la avanzada fase de putrefacción que presentan". En estos casos, "lo que estamos haciendo es amputar el miembro afectado, poner antibióticos e intentar que la infección no se agrave y llegue a una sepsis", indica. Además, el doctor Lafuente destaca de su asistencia la atención de cesáreas, "ya que, debido al estrés, y a pesar de la situación, aquí están naciendo niños".

El anestesista de la Clínica Universidad de Navarra agradece también la solidaridad de los españoles con el pueblo haitiano y destaca que la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo), dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, como estandarte de toda la ayuda española "está haciendo un trabajo inmejorable. A la cabeza tenemos a Pablo Yuste que está aquí todos los días, animando, organizando y coordinando todo de forma muy rápida".

El Mundo, España

'Cada vez atendemos más partos. Hoy, mellizos. Y la madre ni lo sabía'

Fernando Prados | Puerto Príncipe

Puerto Príncipe (día 5): Casi lo primero que hemos hecho esta mañana cuando nos hemos levantado es hablar con el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y con Carlos Saínz. El piloto madrileño nos ha dicho que lo estamos haciendo muy bien y que los madrileños están muy orgullosos de nosotros. La verdad es que cosas así nos dan mucho ánimo y la gente se pone muy contenta.

Después, al hospital y al trabajo. Hoy es uno de esos días que, en mitad de una desgracia, tenemos la sensación de que la vida sigue. Cada vez vamos atendiendo más partos y eso reconforta. Esta mañana, hemos atendido a una mujer cuyo hijo venía de nalgas. Cuando hemos sacado al bebé y estábamos limpiando la placenta, otra cabecita se ha asomado. Ni la mujer, ni el médico ni nadie sabía que traía mellizos. La mamá se ha enterado en el mismo momento y la verdad es que los tres están bien. El otro día traímos al mundo a José María, hoy, a un Javier.

Pero el hospital también tiene la otra parte. Tenemos un problema a la hora de evacuar los cadáveres de los pacientes que fallecen. Normalmente viene un camión a llevárselos a una fosa pero no siempre puede acudir todos los días. Los acumulamos en una habitación mientras. También hay muchos familiares que se los llevan para intentar enterrarlos ellos.

Se nota que hay mucha menos gente vagando por las calles. Empiezan a marcharse en busca de comida y cobijo hacia otras zonas menos dañadas o empiezan a reconstruir algo. Es una forma de intentar recuperar parte de sus vidas aunque cada vez somos más conscientes de que les va a costar muchísimo volver a la normalidad.

En el tema de seguridad seguimos sin ver a las patrullas de EEUU. Sí que estamos protegidos todo el tiempo por los cascos azules de la ONU pero nosotros no tenemos la sensación de que haya problemas en Puerto Príncipe. Las monjas que vienen a ayudarnos nos han explicado que, en este país, los problemas se arreglan a machetazos y que ése es el peligro, pero no hemos visto nada que nos haga temer.

Sigue sin haber nada de nada. La población no tiene nada. Cada vez que llegamos por la mañana tenemos que poner en marcha la caldera porque no puedes dejar mucho gasoil por la noche porque se lo llevan. Hasta en los campamentos del aeropuerto hay escasez. Pocas tiendas, poca comida y muchísimos periodistas de todas partes y equipos de ayuda y de rescate de todo el mundo.

El Mundo, España


'El problema es cuando los pacientes reciben el alta, no hay adónde ir'

Fernando Prados | Puerto Príncipe

Puerto Príncipe (día 5): Ya tenemos todo el material médico para poder trabajar y hasta para asearnos. El problema sigue siendo el combustible. De hecho, cuando hemos vuelto al Hospital Universitario de La Paz esta mañana el generador estaba apagado y los quirófanos no funcionaban. Por suerte, la AECI nos ha conseguido más y seguimos haciendo operaciones y operaciones.

Por lo menos ya no tenemos que echar mano de cartones y tablas, tenemos vendas, escayolas, medicinas...

Cada vez viene más gente para que los atendamos. A veces vienen ya con curas hechas en otros puestos sanitarios e incluso con informes, bueno, escritos a mano cada uno en un idioma diciendo qué patología sufren. No sabemos de dónde salen pero suponemos que los derivan aquí porque somos de los pocos que podemos hacer operaciones quirúrgicas y tratar patologías graves.

Aunque no tenemos sensación de inseguridad, no queremos romper las medidas de la ONU y siempre vamos acompañados. Esto dificulta muchas veces el ir a buscar enfermos a la calle porque pasa mucho tiempo desde que lo solicitas hasta que te dan la escolta.

El problema que surge ahora es dar el alta a los pacientes porque casi nadie tiene una casa a dónde ir ni gente que les acompañe. El otro día apareció un niño que alguien había dejado en la puerta y no sabíamos si tenía padres, si estaban muertos, desaparecidos... No sabíamos nada de nada. Lo atendimos claro.

En estos casos nos están ayudando unas monjas españolas que ya estaban trabajando en Haití y conocen la cultura y la ciudad. Hacen una labor encomiable buscando a algún amigo o familiar que pueda hacerse cargo de los enfermos que, por ejemplo, han sufrido una amputación pero ya están bien y tienen que dejar sitio para otros. En Madrid llamaríamos al Samur Social pero aquí confiamos en ellas.

La gente ya no tiene esperanzas de encontrar a gente con vida. Están enterradas junto a los edificios, a sus pertenencias y a sus familiares y amigos. Ahora todos están más centrados en la atención sanitaria pero no obsesionados con las epidemias porque, por suerte, es época seca y no hay muchos mosquitos.

Sabemos de este peligro porque cuando hay una catástrofe desaparecen las medidas de control que tienen estos países que ya sufren alguna epidemia (la higiene es peor, la alimentación es escasa) y puede haber brotes pero no hemos atendido a nadie con diarrea ni fiebre y no tiene por qué producirse.

No quiero terminar este blog sin contar lo felices que nos sentimos ayer con el nacimiento de José María. Fue un momento en que todos los que trabajamos aquí sin descanso pudimos sonreír con fundamento. ¡Cuánta felicidad trae un niño tan pequeño! Fue una alegría inmensa. El resto son complicaciones graves que tratas de arreglar pero que siguen siendo dramas hagas lo que hagas.

Por la noche, en el campamenos del aeropuerto, tratamos de comentar cómo nos ha ido el día. La verdad es que cuando llegamos sólo tenemos energía para lavarnos un poco, ponernos ropa limpia, cenar un poco y dormir. Estamos tan cansados que no oímos ni el ruido de los aviones gigantes ni el de los generadores.

El Mundo, España


Tenemos tres coches que vamos a convertirlos en ambulancias'


Fernando Prados | Puerto Príncipe

Puerto Príncipe (día 3): Hoy ya estamos casi a pleno rendimiento. Nos falta material porque el avión que lo traía está bloqueado en Santo Domingo a la espera de poder aterrizar en Puerto Príncipe, pero mis compañeros ya han llegado. Creo que tenemos número ya para poder aterrizar.

El quirófano del Hospital Universitario de La Paz empieza a funcionar. Estamos combinándonos con médicos de Chile, Venezuela y Colombia y ayer nos dedicamos a clasificar e ir atendiendo a los heridos. Por lo menos ya no están mezclados vivos y muertos. Pero la situación sigue siendo tremenda y no para de venir gente para decirnos que hay un herido aquí o allá, la presión es constante.

La AECI ha conseguido tres coches y los vamos a convertir en ambulancias, porque este servicio no existe, solo hay en el aeropuerto y no llega para esta tragedia. La idea es mecanizarlos para poder actuar cuánto antes en la calle. La gente sigue durmiendo a la intemperie, mezclado con escombros, cadáveres, heridos, huérfanos... Los que lo han perdido todo están en la calle y los que tienen casa, les da miedo entrar por si se derrumba.

Ayer fuimos a buscar a un herido con fractura de tibia y peroné y en cuanto paramos vinieron a buscarnos para asistir a una mujer que desde el terremoto estaba tumbada en un colchón en la calle sin poder mover las piernas. Tuvimos que echar mano del ingenio para, utilizando una tabla e inmovilizando como podíamos, trasladarla al hospital.

Naciones Unidas empieza a hacerse con el control de la situación aunque todavía la ayuda llega muy poco a poco a la población. Se ven ya puestos en la calle vendiendo comida, todos con mascarilla porque el olor es nauseabundo y sigue habiendo zonas en las que no se ha movido ni una piedra.

Aunque no tengamos todo el material se puede hacer mucho. Ayer vinieron unas monjas españolas que están aquí en Haití y se pusieron a atender a enfermos y a limpiar y la verdad es que se notó mucho. Es difícil establecer turnos de limpieza o mover a enfermos porque, como nos ha dicho la directora del centro, la mayoría del personal está desaparecido.

Nosotros seguimos trabajando. Hoy, con la llegada de los compañeros, empezaremos a montar las letrinas y las duchas y será un poco más cómodo.

El Mundo, España 16.01.2010



"Hay pocas posibilidades de hacer algo"

Fernando Prados (Médico del Samur) | Puerto Príncipe

Puerto Príncipe (día 2): ayer estuvimos en el Hospital Universitario de La Paz. Es ahí donde vamos a ponernos a trabajar hoy mismo, en cuanto aterrice el avión con más materiales y personal del SAMUR. Fue la imagen más dantesca que he visto en mi vida. Se mueve a enfermos con camas de madera, los pasillos están llenos. A veces hay cadáveres junto a vivos. Hay pacientes de toda tipología, gente que necesita cirugía, amputaciones… y no hay electricidad.

Los médicos trabajan incansablemente hasta que no pueden más. Se marchan donde pueden para poder descansar y vuelven otra vez. Tendremos que instalar una estructura provisional de energía porque están sin radiología, algunos quirófanos están inutilizados. Hay pocas posibilidades de hacer algo.

Las heridas más comunes son traumatológicas, pero gravísimas. Yo he estado en comisiones de emergencia y nunca había visto lo que vi ayer. Es un 200% de todo lo que he visto en mi vida. Hay muchísimos pacientes con miembros que habrá que amputar y siguen en el pasillo, atendidos sólo por familiares.

Y eso sin contar lo que siguen sacando los perros. Todavía hay zonas en las que ni siquiera se ha empezado a remover nada. La estructura del país está totalmente destruida, no existe y Naciones Unidas empieza a poder organizar algo. Por ahora se están centrando en las viviendas donde alguien dice que sabía que había gente. Hasta el aeropuerto vienen familiares y amigos a pedirnos por favor que vayamos con los perros a esta u otra casa. Es dantesco.

Naciones Unidas ya está intentando poner orden en el tema de los cadáveres. Si no hay otras epidemias no habrá problemas. Sólo el mal olor que en algunos sitios ya es insoportable. Hay miles y miles de cuerpos y los que faltan por sacar de debajo de los edificios. Esto va a llevar mucho tiempo.

Nosotros estamos bien. Deseosos de empezar. Anoche tuvimos que dormir en nuestras tiendas en el aeropuerto. Es el sitio más seguro, aunque nos ha explicado el jefe de seguridad de la embajada de España en Santo Domingo, que está aquí ahora, que todavía todo el mundo está en estado de 'shock', por lo que no hay serios problemas.

Auque conociendo los antecedentes de este país, nos han pedido que la seguridad sea una de nuestras prioridades y que no vayamos por la noche solos y sin comunicarlo. El trabajo de la AECI es increíble: ya nos han conseguido combustible y todo lo que le vamos pidiendo, porque aquí no hay absolutamente nada. Sólo podremos obtener agua no potable y estamos esperando que lleguen los aljibes para conseguirla. El resto todo tiene que venir de fuera, de los aviones de ayuda de emergencia, de nuestros kits de campaña, porque en el país no hay nada, absolutamente nada.

Fernando Prados es uno de los médicos del Samur que se ha desplazado a Haití, junto a los primeros equipos de rescate españoles, para establecer un dispositivo sanitario de ayuda en emergencia. Día a día cuenta a ELMUNDO.es su experiencia en el terreno.



Los daños en los hospitales dificultan la atención a los heridos en Haití

La mayor parte de los centros sanitarios sufre graves daños tras el terremoto. Cientos de miles de heridos necesitan asistencia médica y humanitaria.

Varias personas ayudan a un herido en Puerto Príncipe. (Foto: REUTERS) CRISTINA DE MARTOS

Cientos de equipos de asistencia vuelan desde todos los puntos del planeta hacia Haití. El terremoto de 7 grados en la escala de Richter que sacudió sus entrañas el pasado martes ha dejado tras de sí miles de muertos y desaparecidos, y una situación caótica en un país castigado por la pobreza. Como tantos edificios, los hospitales también han sucumbido al temblor, y los heridos vagan por las calles en busca de ayuda.

En Puerto Príncipe, la capital, que se ha llevado la peor parte, "había 21 estructuras de salud y muchas están dañadas", ha explicado a ELMUNDO.es Alois Hug, responsable de prensa de Médicos Sin Fronteras. Los tres centros sanitarios que esta organización tiene en la ciudad están tan deteriorados que ha sido necesario desalojarlos. Los heridos son atendidos en la calle, en clínicas improvisadas casi sin recursos a la espera de que llegue la ayuda internacional.

El colapso de las estructuras sanitarias y de los organismos oficiales haitianos está dificultando que la primera fase de acción, que normalmente la proporciona el propio país –la colaboración internacional tarda unos días en llegar-, se lleve a cabo de manera eficaz. Las ONGs establecidas en el país están siendo esenciales para proporcionar la asistencia adecuada a este tipo de catástrofes.

Rescatar a los atrapados

El tiempo corre para aquellos que aún quedan con vida atrapados bajo los escombros. Según los expertos, lo máximo que una persona puede permanecer en esa situación es de cinco días pero lo cierto es que "más allá de las 72 horas, es un milagro", apunta Teresa González, presidenta de Médicos del Mundo en España. Bomberos, militares y otros grupos especializados en tareas de rescate trabajan día y noche con la esperanza de hallar supervivientes.

Los afortunados, una vez liberados de las ruinas, precisarán asistencia para sus lesiones y para un problema conocido como síndrome de aplastamiento, un cuadro ocasionado por la compresión prolongada de los órganos que puede causarles la muerte.

Hospitales de campaña

Aunque las informaciones que llegan desde Haití son muy contradictorias, parece claro que la cifra de heridos podría elevarse a cientos de miles. En los terremotos, lo más frecuente son las fracturas, la heridas abiertas y las quemaduras secundarias a explosiones de gas. Por eso, "lo más importante es reestablecer las infraestructuras lo antes posible, sobre todo los quirófanos y los servicios de traumatología", señala Hug.

La situación en Haití es particularmente complicada por los daños que han sufrido los centros médicos. "La solución es montar hospitales de campaña. Son estructuras provisionales, de lona... no es lo ideal, pero al menos tienes la seguridad de que no se van a derrumbar", explica la presidenta de MDM.

Ayuda humanitaria

El drama que provocan las catástrofes naturales de esta envergadura no finaliza al enterrar a los muertos. El colapso de miles de edificios ha dejado a buena parte de la población capitalina sin hogar, necesitados de las cosas más básicas. "Es la parte más logística del trabajo –señala Hug-. Hacen falta alimentos, utensilios para el aseo, asilo, agua... Elementos de primera necesidad para los cientos de miles de personas que están en la calle".

Además, las necesidades sanitarias habituales de la población no desaparecen. "Se producen partos, apendicitis… que también hay que atender", apunta González. Con la mayor parte de los edificios oficiales (incluidos hospitales) destruidos, la ayuda internacional tendrá que procurar también estos servicios.

Riesgo de epidemias

Muchos de los cadáveres, sepultados bajo los escombros, nunca se recuperarán. Esto, junto con el deterioro de las estructuras de saneamiento y de conducción del agua, son factores que favorecen la aparición de epidemias. En opinión del responsable de MSF, "hay que ser vigilantes pero no alarmistas ante las enfermedades que pueden darse". Ambos expertos coinciden es que lo más importante para evitar esta situación es el suministro de agua potable.

Por experiencia en otras catástrofes sabemos que "existe riesgo de transmisión de enfermedades pero lo más frecuente es que se den infecciones respiratorias por vivir en la calle, sobre todo en niños y mayores, y las diarreas e infecciones cutáneas por la falta de higiene", subraya Hug.

El Mundo, España

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